Sobre todo para Constanza, la única sobreviviente de la atrocidad de las Farc. Primero le arrebataron a Rodrigo, quien murió en cautiverio, secuestrado por la guerrilla en 1997. Y después, en un acto de sevicia, mataron con tiros de gracia a Diego, quien se desplazaba en una caravana por la carretera de Puerto Rico, en el departamento de Caquetá
El dolor no se ha ido desde el 29 de diciembre del año 2000 cuando la crueldad de la guerrilla de las Farc enlutó de manera perenne las vidas de quienes tuvimos en Diego Turbay Cote al amigo, al hermano, al familiar.
Ese 29 de diciembre, minutos antes de llegar al municipio de Puerto Rico un comando guerrillero del frente 14 de las Farc con sevicia lo bajaron a él y a los acompañantes de su caravana, los obligaron a ponerse boca abajo y los ejecutaron con tiro de gracia en la cabeza.
Ese día asesinaron también a su madre, Inés Cote de Turbay, quien lo acompañaba junto con el arquitecto Jaime Peña Cabrera, Edwin Angarita Alarcón, Mail Bejarano Muñoz, Dagoberto Samboní Uni y el conductor del vehiculo Rafael Ocasiones Llanos. Todos fueron asesinados ese día a sangre fría.
El 27 de junio del 2008 fue condenado como autor material Hadimir Caicedo Matiz, quien comandó el ataque del grupo guerrillero. Y seguimos esperando que castiguen a los autores intelectuales, y esperamos que hoy, en medio del proceso de paz, no sean cubiertos con el manto de la impunidad.
Constanza, su hermana, le ha apostado a la paz y a la reconciliación, creyendo en el proceso con las Farc, pero eso no implica que nos olvidemos de la reparación. Las victimas necesitan hechos reales de paz, devolución de las tierras, reparaciones administrativas y simbólicas que construyan reconciliación.
17 años después las Farc no han contado la verdad sobre esta masacre, ni en las mesas de la Habana, ni ahora que están en la vida pública y civil. No nos han contado que los motivó ni cuáles fueron las causas de este crimen.
Lucía Bastidas Ubaté
Concejal de Bogotá