La Alerta Roja es la máxima medida que declara el alto riesgo de contagio y que de decretarse, al llegar al 75% de ocupación, evidenciaría que algo ha fallado, pues tres meses de pedagogía y ajustes en el diario vivir parece no haber surtido el efecto esperado en el comportamiento de la ciudad que hoy, 30 de junio de 2020, amanece con casi 30 mil casos.
Indisciplina social, incapacidad institucional?, Lo cierto es que la nueva realidad a nivel social, económico, laboral la debemos afrontar, pero una nueva cuarentena estricta a nivel general en la ciudad resultaría inconveniente teniendo en cuenta que la gente necesita salir y no sólo por la urgencia económica de conseguir el sustento diario sino por las repercusiones a nivel mental, que hemos visto con el incremento de la violencia al interior de los hogares.
La reactivación de la economía está en marcha a pesar que los controles no han sido los óptimos y esta opción crearía incertidumbre no solo entre los empresarios que han tenido que invertir para ajustar sus procesos a esa nueva forma de trabajar. En este punto más que un nuevo plan de represión, se debe trabajar en un mensaje de conciencia colectiva que rearme la voluntad de la gente para mejorar el autocuidado que termina por ser el arma más eficiente para atacar la pandemia.
Es importante poner atención a lo que está sucediendo con las camas UCI disponibles que según la misma Alcaldesa son 771, cifra que dista del número adecuado para atender los casos para una ciudad como Bogotá, en donde la capacidad para mayo debería estar por 2000 UCI para COVID-19 según declaraciones del epidemiólogo Luis Jorge Hernández en entrevista para el Nuevo Siglo.
En esa pugna entre la Alcaldía y la Presidencia por responsabilidades y protagonismo los únicos que están perdiendo son los bogotanos que ven diluirse entre discusiones las soluciones reales a la adecuación de instalaciones para el tratamiento de la enfermedad.
La Alcaldía Mayor debería enfocarse en ello y no estar perdiendo la batalla por falta de gestión eficiente. Podemos ver cómo en el Valle del Cauca, la adquisición de ventiladores mecánicos registra 300, Antioquia 130, Cundinamarca 152 y nuestra ciudad apenas 70 ventiladores lo cual demuestra que hay una falla inmensa en este sentido cuando sabemos que Bogotá es el centro urbano más grande de Colombia y su rezago es incomprensible.
En concordancia con esta pugna informativa, el Ministro de Salud, Fernando Ruiz, afirma que el 1 de junio entregó a la ciudad 130 ventiladores y para el día de mañana el ministerio proveerá otros 250 y en agosto 3 otros 45 adicionales. Bogotá recibió los primeros 130 el 20 de junio.
De sobrepasar el 75% de la capacidad en las UCI la Alcaldía optaría por la cuarentena estricta lo cual es inconveniente entre otras por las siguientes razones:
Primero, porque no sirve cuando hay densidades diferenciales por sectores en la ciudad y lo que se debe hacer es como se inició el día de hoy en Kennedy, Bosa y Ciudad Bolívar para frenar el aumento concentrado y posterior dispersión en otras zonas de la ciudad.
Segundo, se debe profundizar en mecanismos de concientización ciudadana que permitan el autocontrol y autocuidado como estilo de vida permanente.
Tercero, acelerar y optimizar los procesos de control sanitario para la reapertura de la economía ya que los ciudadanos sencillamente no pueden seguir en un confinamiento sin acceso a su ingreso que les permita tener sus necesidades básicas resueltas. Es un simple sentimiento de sobrevivencia.
Cuarto, la ciudad debe actuar más rápido que la expansión del virus y enfocar esfuerzos en cómo resolver el fortalecimiento del sistema de salud y hospitalario que es realmente donde radica la amenaza de la cuarentena estricta en toda la ciudad.
En conclusión, debemos ser claros en exigir a la administración de Claudia López eficiencia real más que una gran popularidad mediática. La ciudad más importante de Colombia debe ser gobernada con responsabilidad y debe buscar soluciones propias al margen de las ayudas nacionales. Los Bogotanos no pueden seguir en la incertidumbre de vivir con hambre o aislarse. La realidad es que debemos entender que de ahora en adelante, nuestro diario vivir será regido por unas nuevas condiciones laborales y un nuevo enfoque de vida social.