De ninguna manera las autoridades deben dejarse intimidar y es urgente que se actúe con toda la fuerza para frenar a estos desadaptados que no tienen argumentos para aparecer en los escenarios públicos y utilizan el terrorismo para darse a conocer.
Es inaceptable el caso de la bomba panfletaria que fue detonada en el separador de la calle 13, frente a una plaza de mercado de alta concurrencia de público. No solo se afectó la tranquilidad y la movilidad sino se generó zozobra entre las personas que transitan a diario por ese sector.
Atacar civiles que se movilizan en el trasporte público con petardos, bombas incendiarias, impedir la movilidad de los ciudadanos, meter el palo entre las ruedas para sabotear y producir el caos vial es terrorismo, botar y quemar basuras en la vía pública es terrorismo.
No se han registrado víctimas en estas acciones terroristas, pero ya se lesionaron bienes fundamentales como la confianza y la tranquilidad.
Es claro que no son trabajadores, no son amas de casa, ni empleados o funcionarios, ni empresarios o gentes que piensan en ciudad. Son organizaciones terroristas, delincuenciales, cuyo único objetivo es hacer daño, causar caos, vandalizar, generar zozobra entre las personas.
Con fines políticos, delincuenciales, que tienen como objetivo el sabotaje, traumatizar y anarquistas que buscan incendiar la capital con la única arma que es aterrorizar y causar pánico colectivo, tal como queda evidenciado con los últimos hallazgos en localidades como Bosa y Suba.