Cifras dudosas en Bogotá, para seguridad y convivencia

Los resultados en seguridad y convivencia de la capital de la república no me resultan halagadores o alentadores. Terminan siendo preocupantes en extremo, por las múltiples lecturas de unas cifras frías, que bien pueden hablar de la más grande escasez a nivel personal, social, mental y material, que vive nuestra sociedad

Es la primera vez en la historia de nuestras últimas generaciones, que se confina a la población sin previo aviso, reflejando con ello una condición del Ser, que difícilmente pudiera haberse dado en otro momento. Así que antes de cantar un éxito efimero hay que mirar desde otro ángulo.

La reducción relativa en conductas que van en contra de la seguridad y la convivencia, si bien han disminuido en lo que tiene que ver con homicidios, lesiones personales, hurto a personas, automotores, vivienda, celulares, transporte público, homicidios; aplicando el sentido común, no es como parece.

Por un lado, es preocupante como se presentan estos números, sin tener en cuenta que hemos estado en “cuarentena obligatoria” por cuenta del COVID-19. El número de personas en la calle ha disminuido drasticamente, sin lugar a dudas, a partir del 20 de marzo y hasta el 30 de mayo en un 80 %. Esto nos obliga a hacer una lectura diferente de los datos.

Por ejemplo, las riñas bajaron un 18% este año, con respecto al 2019 y la razón puede ser que este aspecto siempre está relacionado con la vida social de los bogotanos; entonces estas conductas violentas han migrado de la calle a los hogares. Acá podemos mencionar el caso de las denuncias por ruido que se mantiene casi estable comparando estos períodos, pero si miramos solo mayo 2019/2020 tuvo un aumento del 30,7%.

Sin embargo, el fenómeno del homicidio no cede, pues la comparación de estos dos períodos solo registra una disminución del -2,7%, mientras que las lesiones personales  disminuyeron en un 39,7%.   De igual forma las denuncias  por delitos sexuales registró un -29,8% y en solo mayo 2019/2020 un -62,4%. Última cifra, que no obstánte su reducción, sigue siendo escándalosa, por las dimensiones del daño personal, familiar y social. Un verdadero flagelo, la violencia sexual.

Con una mayor cantidad de personas en casa, es apenas obvio que los delitos o contravenciones de seguridad y convivencia disminuyan como es el caso del hurto a vivienda, vehículos, motocicletas, servicio público, y que las cifras de violencia intrafamiliar hayan aumentado 15,2% respecto al año anterior. Lo que demuestra la contención que representa la calle, para peleas al interior de casa y la violencia personal de cada ciudadano inmerso en estos conflictos.

También podemos notar una migración del hurto de vehículos y motos, a las bicicletas que ha sido el medio de transporte que ha utilizado  gran cantidad de bogotanos, obligados a salir y a mantener el distanciamiento social. La cifra nos indica que este delito aumentó en un 11.5% respecto al año anterior y en mayo de este año, aumentó en un 76%. Pese a las constantes quejas de ciclistas, este fenómeno delictivo sigue siendo una de las principales preocupaciones de los usuarios de este tipo de transporte, cuando en Bogotá está rondando más del millón de viajes diarios.

Las contravenciones al Código Nacional de Policía y Convivencia registran los primeros 5 meses del año un aumento preocupante, pues pasa de 231.142 del año pasado a 282.046 comparendos a ciudadanos este año, por diferentes contravenciones siendo el desacato a la función de la policía el más frecuente con 123.380 comparendos, seguido por el porte ilegal de armas con 35.780 y evadir el pago del transporte público con 18.669 y las que menos se registraron fue el irrespeto a la autoridad y las confrontaciones violentas.

La cultura ciudadana y la convivencia se han visto afectadas de manera profunda y hace falta un plan de concientización por parte de los bogotanos en la forma de asumir el rol como integrantes de una sociedad.

Haciendo un resumen general por sectores de la ciudad, la mayor parte de las conductas antisociales se presentan en las localidades de Kennedy, Bosa, seguido por Suba, Candelaria y Mártires. En el delito de homicidios y lesiones personales se suma a esta alta concentración general la localidad de Ciudad Bolívar.

Los hurtos a personas se concentran en las localidades de Candelaria, Mártires y Chapinero y en el caso de hurtos a residencias se le suman Kennedy, Bosa, Engativá y puente Aranda. Obvio, el número general de estas dos tipificaciones disminuyó pues hay menos gente en la calle expuesta y más gente en sus casas, lo que desalienta a los delincuentes a este tipo de robo.

En conclusión, y luego de esta mirada como Concejal de Bogotá, creo que se requieren estrategias que estén acordes con la nueva realidad y enfocar esfuerzos en zonas que afectadas de manera significativa por todos los problemas de seguridad y convivencia. Kennedy, Bosa, Suba deberían tener atención especial.

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