Corabastos se encarga de la distribución del 19% de la producción agrícola nacional y gracias a las dinámicas económicas, se generan alrededor de 60.000 empleos. Tiene una población flotante entre 150.000 y 200.000 personas, de las cuales, se consideran indispensables para el normal funcionamiento un 34.5%. Los comerciantes, aseguran que las medidas fueron tardías y la concertación demorada, generando protestas y aglomeraciones por la inconformidad frente a medidas como: el cierre intempestivo de bodegas o la descentralización de las ventas, consideran que la Alcaldía subestimó la importancia de su operación y no midió el impacto que tenían normas improvisadas sobre la marcha para la seguridad alimentaria. Arrendatarios y vendedores aseguran no contar con el acompañamiento de la Administración Distrital cuando la situación en los alrededores no es menos preocupante con las ventas informales y el tránsito de personas que se presentan sin control ni vigilancia.
En barrios como María Paz, El Amparo y Patio Bonito, el comercio ambulante no ha cesado durante la cuarentena. Según los comerciantes, que reclaman la ayuda de las autoridades para ejercer control sobre invasores del espacio público, coteros, recicladores, acarreadores y vehículos de tracción humana, contribuyen a la diseminación del virus. Además de situar a Kennedy como la localidad con el mayor índice de informalidad de Bogotá, han generado sobre Corabastos la estigmatización por ser señalado de ser el foco de infección en la pandemia, sin contar con esa dinámica que ocurre a las afueras de la central.
Preocupa la invasión a espacio público, y aún más que la Alcaldía plantee como única alternativa la entrega de tapabocas, sin coordinar a los vendedores, entregar ayudas suficientes que les permitan guardar la cuarentena, vigilar a las mafias que están detrás del control de esas zonas y sin advertir la falta de cuidados mínimos en materia de bioseguridad.
Por otra parte, también está la incertidumbre de los más de 483 vendedores ambulantes carnetizados, que han participado de procesos de construcción de tejido social durante más de 40 años en la zona y que se consideran parte de las dinámicas territoriales, sociales, económicas y comerciales de la central de abastos. Hacen parte de la población vulnerable, que en su mayoría supera los 60 años de edad y muchos de ellos no clasificaron para ser beneficiarios del programa Bogotá Solidaria en Casa. Indican que necesitan retomar sus labores, sin embargo, tampoco han recibido desde el IPES líneas de acción o reactivación.
Los comerciantes organizados, llaman la atención para adoptar medidas claras y definidas y con ello, evitar más pérdidas económicas y de empleos. Destacan el equilibrio que ha aportado el ‘pico y puesto’ que permitió evitar el cierre de bodegas y controlar que el aforo no supere el 35% de la capacidad de Corabastos y por lo tanto, se declararon dispuestos a contribuir con las estrategias para contrarrestar el crecimiento de contagios, en un trabajo articulado donde la Alcaldía les tenga en cuenta, a partir de su voluntad en haber implementado los protocolos y de parte de las entidades a cargo en: controlar el número de personas que acuden, vigilar que se cumplan con rigurosidad los protocolos de bioseguridad; controlar la ocupación en espacio público por parte de vendedores informales y evitar aglomeraciones. Es posible cuidarnos entre todos sin afectar la actividad económica,
Concejal de Bogotá
