¿Cómo es posible? se preguntan todos

¿Es posible que una mujer deje que su pareja la violente en un espacio público, y en lugar de acusarlo por el hecho, salga en su defensa? Eso es lo que todos los días nos preguntamos cuando escuchamos las noticias, o el simple relato de una amiga o conocida que no sabe como poner punto final a los actos de la persona que en algún momento fuere el príncipe azul que todas hemos soñado.

Sería muy fácil de explicarlo sobre todo si tomáramos en contexto todo lo que ha sido la enseñanza de una cultura machista y una crianza que nos pide a gritos que tengamos una pareja y alguien en quien refugiarnos. Desde pequeñas se nos enseño "a no defendernos porque los hombres son más fuertes y siempre saldremos perdiendo"; "a perdonarlos por ser el padre de nuestros hijos a pesar de todo" y en ultimas y en el peor de los casos "a tolerarlos por saber que son los que traen el alimento a la casa".

Es cuestionable si ¿el problema es de cultura? Sí por supuesto, en un país donde las oportunidades no son para todos y donde la lucha de genero se ve muy marcada porque por más inteligente y recursiva que sea siempre hay que pelear para defender los puntos de vista, no sin esperar, que alguno de los presentes te mire y sonriendo te diga que estas muy hermosa, sin poner atención a lo profundo de tu dialogo.

Según las estadísticas reveladas por Medicina Legal a nivel nacional en el año 2012, 47.620 mujeres fueron agredidas por parte de su pareja o expareja. Así mismo, en el año 2013 fueron víctimas de violencia por su pareja 51.182 mujeres, en el promedio nacional el 37% de las mujeres en Bogotá reportaron haber sufrido agresiones físicas por su esposo o compañero.

Sin embargo, seguimos luchando no en vano. Los hippies dejaron crecer su cabello en signo de rebeldía contra un gobierno que castraba la sexualidad y hacia mas marcada la diferencia de genero, el movimiento feminista, que ha conseguido logros de trascendental importancia como el voto femenino, la igualdad ante la ley o los derechos reproductivos, entre otros muchos.

No obstante, todos estos recursos serán pocos sino logramos liberarnos de nosotras mismas y ver que en nuestro interior existe una mujer mucho más valiente, inteligente y audaz, que un hombre que solo levanta su mano para demostrar que "el único poder que posee es el que nosotras le hemos dado" por pautas de crianza y por falta de manejo en nuestras emociones, que en la mayoría de los momentos anulan nuestra voluntad y la proyección de nuestra vida.

En conclusión debemos empezar el cambio desde casa, nuestras familias deben ser el pilar de valores que nos permitan ser auténticas, recursivas e inteligentes emocionalmente. Así mismo desde la administración se debe tener en cuenta que la mayoría de nuestras mujeres más vulnerables no acceden a los programas creados, debido a que su situación económica y familiar restringe sus tiempos libres a tal punto, que solo se encuentran inmersas cuidando sus hijos y su empleo, es necesario recuperar la fe en nosotras mismas, para no depender de ninguna manera de aquellos que fueron creados como nuestro complemento y ¡no! Como nuestro verdugo.