Tus aportes a la paz serían claves en un escenario como el que vive hoy el país, en medio de unos acuerdos de cesación del conflicto armado que no acaban de consolidarse como una paz verdadera.
En un escenario en el que la verdad sigue oculta y no termina de ver la luz, como ocurre con tu genocidio y el de tu familia. Seguimos esperando esas verdad y la reparación, y no abandonaremos el empeño de seguirlas reclamando.
La ceguera del fundamentalismo silenció tu voz el 29 de diciembre del año 2000. Las balas asesinas de la guerrilla de las Farc cortaron de un tajo tu vida, ese día en el que también mataron a Doña Inés, tú mamá; al arquitecto Jaime Peña; al conductor del vehículo Rafael Ocasiones y los escoltas Edwin Angarita, de la policía; Hamil Bejarano, del DAS, y Dagoberto Samboní. Hoy, el corazón se sigue recogiendo con tu desaparición.
Te arrebataron el derecho a vivir, cuando apenas tenías 33 años. Pero tu mensaje de paz persiste. Apoyabasuna solución política al conflicto armado en Colombia. A eso dedicaste la vida, esa corta vida.
Y aunque las balas ahogaron tus palabras, porque en medio de los disparos de los fusiles, los asesinos no escucharon, tu voz seguirá sonando y seguiremos haciendo eco de ella por siempre.
Conceja