El metro, un sueño hecho realidad

El metro que Bogotá necesita debe generar movilidad eficiente, conectividad con todo el sistema masivo de transporte, seguridad en el entorno y desarrollo urbano en su recorrido.

Por eso el anunció de la línea de metro elevado que hicieron el alcalde Enrique Peñalosa y el Presidente Juan Manuel Santos es una buena noticia para la capital.

 

El alcalde fue franco al señalar que dejará licitados y en obra dos de los tres tramos en los que se dividió el trazado de 30,58 kilómetros y que el tercero quedará en diseños. Así que los bogotanos pueden contar con que en el 2022 la línea estará en operación hasta la calle 72 con avenida Caracas: son 25,29 kilómetros con un total de 15 estaciones.

 

Quiero ser enfática en que no es un proyecto sacado del sombrero ni improvisado. Durante nueve meses los equipos técnicos del Gobierno nacional y del Distrito revisaron, analizaron y evaluaron la información disponible, incluidos los estudios de diseño que se hicieron en los últimos cuatro años para definir la alternativa más apropiada para la ciudad.

 

Como lo señaló el alcalde, la licitación se abrirá en el 2017 y las obras comenzarán en el 2018. No es un proyecto en el que se pueda correr para ganar tiempos porque está en juego la megaobra de más impacto y más costosa en la historia de la ciudad: 13,6 billones de pesos, de los cuales la Nación aportará 9,6 billones.

No hay que perder de vista las razones que llevaron a la administración a ratificar su decisión de construir un metro elevado. La primera es que la devaluación del peso frente al dólar ha cambiado el costo del metro subterráneo y hoy resulta imposible financiarlo. La segunda es la eficiencia, pues será más rápido construir la línea elevada e integrar la construcción de las estaciones con el desarrollo urbano de la ciudad.

 

El metro elevado tiene muchos menos riesgos de sobrecostos que el subterráneo. El Banco Mundial estima que en promedio tiene como mínimo el 40 o 50 por ciento de sobrecosto. Si fuera todo subterráneo se estaría hablando de 7 billones de pesos, con eso se puede dejar a la ciudad en quiebra por 20 años.

 

Los equipos técnicos pudieron hacer una comparación de alternativas y se llegó a que un kilómetro de metro elevado hoy cuesta 128 millones de dólares, mientras que el otro sistema en pesos hoy, teniendo en cuenta la devaluación, podría estar cerca de los 190 millones de dólares. La ciudad se ahorra 60 millones de dólares en cada kilómetro, que son los 180.000 millones de pesos. Estas cifras hacen parte del estudio que hizo la constructora francesa Systra, que concluyó hace unas pocas semanas.

 

Uno de los temas clave será la posibilidad que tendrá el metro elevado de movilizar a una velocidad de 40 kilómetros por hora a un millón de pasajeros al día, gracias a que el sistema estará conectado con troncales de TransMilenio como la 68, la Boyacá y la Ciudad de Cali, donde están los usuarios de localidades como Bosa y Kennedy.

 

Eso muestra la decisión de la administración de poner en marcha una solución integral al transporte masivo, que se rezagó en los últimos 12 años y, sobre todo, la precaución de no exponernos a riesgos de sobrecostos que puedan dejar quebrada a la ciudad hacia el futuro.

 

Es seguro que con esta obra la capital colombiana podrá contar con uno de los mejores sistemas de transporte público del mundo, que tendrá como columna vertebral el metro, que en los dos primeros tramos tendrá paradas en el Portal de la Américas, la carrera 80, la calle 42 sur; Kennedy, la avenida Boyacá, la avenida 68, la carrera 50, la NQS, Nariño, la calle Primera, la calle 10, la calle 26, la calle 45, la calle 63 y la calle 72. Diez de ellas tendrán integración modal con TransMilenio.

 

Esta integración es posible gracias a que el 75 por ciento de los recursos destinados a transporte masivo se invertirán en el metro elevado y el 25 por ciento a troncales alimentadoras.

 

Los bogotanos deben estar alerta con la desinformación en torno a este proyecto. Voces malintencionadas ya están diciendo que se está comenzando de ceros y desconociendo los estudios, cuando la verdad es que gracias a la valoración de la información existente es que se ha podido tomar la decisión rápida del trazado que tendrá la línea. Por ejemplo, los estudios de demanda han ayudado a definir dónde están los pasajeros para que el metro pase por esas zonas y no por otras.

 

Los estudios se están usando, y gracias a ello es que hoy la ciudad tiene claro el rumbo y los equipos técnicos pudieron confirmar las bondades del metro elevado y ahora podrán hacer la estructuración financiera y elaborar los pliegos para la licitación.

 

Es importante no perder de vista que la meta de la administración es pasar de 111 a 350 kilómetros de troncales de TransMilenio, lo que significa que la ciudad quedará con la mejor cobertura de transporte público del mundo. Lo más importante es que para el 2022 se espera que el 80 por ciento de los ciudadanos vivan a menos de un kilómetro de transporte masivo, incluido el metro y TransMilenio.

 

Es una realidad y será una de las obras más importantes para la ciudad.

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