Bazuco, marihuana, pepas, heroína, inhalantes como pegante, bóxer, gasolina y thinner, además de bebidas alcohólicas que incluyen el alcohol etílico hacen parte de la gama de productos alucinógenos que mantienen enajenadas a estas personas y dificultan el trabajo de abordarlas para brindarles oportunidades de recuperación.
En el censo, que identificó a 9.538 personas, el 72,2 reconoció que consume bazuco y el 69,91 además consume marihuana. Y el 33,7 por ciento respondió a los investigadores que consume bazuco más de 10 veces al día y el 20,29 por ciento entre una y diez veces diarias. Esos niveles de adicción muestran la gravedad del problema.
Aunque es muy importante ‘La estrategia de abordaje territorial’ que se inauguró el pasado para llevar los servicios de atención a los lugares donde están ubicados los habitantes de calle, requerimos de una acción más contundente.
Es cierto que llegar con duchas portátiles para el aseo personal y entregar cepillos de dientes, jabón, toalla, crema dental, ropa interior y otros elementos humaniza el trato con estas personas.
Duchas móviles, servicio de peluquería, entrega de comida nutricional y acompañamiento psicosocial son las principales ayudas que implican un aporte a la dignidad en su vida cotidiana. Pero el problema de fondo requiere un trabajo más estructural.
El 25 por ciento de las personas que viven en la calle corresponde a población joven entre 18 y 28 años. Llevan en promedio 13,7 años, en la calle, lo que indica que la mayoría comenzó en la niñez y en la adolescencia. El 33 por ciento dejó sus hogares por conflictos familiares y el 38 por su adicción a las drogas.
De ahí la importancia de esta estrategia de llegarles al lugar donde viven es cuota de dignidad que reciben y apoya el trabajo de convencerlas de iniciar una nueva vida, no obstante la adicción a las drogas constituye un factor de reincidencia y de dificultar enorme a la hora de encaminarlas a una nueva vida.
Estas jornadas de la ‘Estrategia de Abordaje Territorial’ programadas durante 17 meses en calle con prioridad en sectores periféricos como Usme, Suba, Usaquén, Ciudad Bolívar y Tunjuelito hay que mantenerlas.
Es una acción que refuerza el trabajo de los 700 ángeles azules con los que cuenta Bogotá, que son servidores de la Secretaría de Integración Social, para persuadir a los habitantes de calle de cambiar de vida y aceptar la ayuda de las instituciones, y aunque logran convencer a unos pocos, cada vez, ellos persisten porque una sola vida salvada es un éxito para la sociedad.
Es importante que los ciudadanos apoyemos estas iniciativas institucionales que buscan acercamiento con quienes viven en la calle para iniciar procesos de prevención en el consumo de drogas para indicarles el camino de regreso.
En el 2017, la actual administración atendió en sus 15 puntos de atención y hogares de paso a 11.487 de estas personas. Muchas recibieron ayuda más de una vez. Pero cientos siguen en la calle, y la adicción a las drogas es la razón de fondo.
Concejal de Bogotá