Lo digo yo, que he sido víctima de un acoso permanente, no solo en las redes sociales, sino de parte de integrantes de mi partido, como la candidata Claudia López que en escenarios públicos les pide a los electores no votar por mí para sacarme del juego político.
Es una estrategia sucia, que contradice la razón de ser de la democracia, que es, ni más ni menos, que poder disentir, poder opinar diferente y sin embargo ser aceptado. Todos tenemos la obligación de respetar a quienes opinan diferente, a quienes no están en nuestra orilla política.
Solo así se puede construir confianza y garantizar que podemos contar con una sociedad deliberante en el que todas las voces pueden ser escuchadas sin el temor a ser descalificados, denigrados y humillados.
Pero somos los líderes políticos los que podemos dar ejemplo. No quedándonos callados ante los agresores, pero sí respondiendo con altura y acudiendo a las instancias que son pertinentes para dirimir las diferencias. Denunciando ante las autoridades cuando consideremos que se comete un delito como el caso en el que he sido injuriada y calumniada.
En la campaña electoral por las elecciones de octubre, unos cuantos personajes que no conocen el respeto y carecen de ideas para argumentar y defender, han contaminado el debate con palabras soeces, con vociferaciones insultantes, y sobre todo, han reducido las expresiones ciudadanas a su mínima condición.
Han sepultado entre sus agresiones el interés ciudadano que es el único por el que vale la pena enfrentarse en el debate político.
Invito al respeto, a la tolerancia, a escuchar a los oponentes entendiendo sus puntos de vista y no descalificándolos.
Concejal de Bogotá