La ilegalidad continúa en la rumba nocturna

Con videos y fotografías la concejala Diana Alejandra Rodríguez Cortés demostró cómo la ilegalidad se mantiene en la ciudad de Bogotá en sitios y establecimientos que no obstante haber sido denunciados un año atrás, sigue ofreciendo sus servicios, además de otros que operan en zonas residenciales sin restricción alguna.

Casos puntuales de las localidades de Kennedy, Usaquén y Chapinero fueron puestos a la luz pública durante el debate de control político que evidenció una desconcertante inoperancia de la policía que no efectúa operativo alguno.

 

De igual forma se constató que violando toda norma, ya existen amanecederos en el sector de Las Margaritas, cerca al barrio Cedritos, localidad de Usaquén, zona que no está incluida entre las de rumba extendida.

 

En este mismo lugar también opera un sitio que ha sido sellado pero que se vale de argucias como es el cambio de razón social para continuar funcionando.

 

De manifiesto la cuestionable ‘habilidad’ de algunos empresarios que se valen de vacíos legales que dejan las normas vigentes y que pudieron cambiarse con la Modificación Excepcional del POT que se hundió en el Concejo.

 

Vecinos de las zonas residenciales aledañas manifestaron sus quejas y la nula atención que reciben.

 

La concejal durante su intervención, hizo un llamado para que la noche no sólo sea relacionada con fiesta y rumba sino también como un momento en el que se enfatice la cultura creando corredores para tal fin y garantizando un transporte público las 24 horas del día.

 

En suma la diversión nocturna en la ciudad de Bogotá esta “al garete”, la ilegalidad se apoderó de ella. Entre tanto, la ciudad no cuenta con corredores culturales, ni campañas de consumo responsable, se adolece de una política pública para la diversión y el disfrute de la noche en Bogotá, en la cual se contemple una estrategia de atención integral que incluya actividades económicas, culturales y recreativas en condiciones de seguridad y bienestar.

 

Frente al panorama se plantea el interrogante: Las prohibiciones son un motor dinamizador de la ilegalidad. Además el tenue control que se ha ejercido ha estado más dirigido a las prohibiciones o restricciones se han enfocado a la oferta y no a la demanda, razón por la cual existe un mercado latente en la rumba nocturna para acceder a sustancias psicoactivas, servicios de prostitución e incluso rumba para menores de edad.

 

Mientras tanto se sigue advirtiendo una consolidación de las mafias ilegales asociadas con la rumba nocturna.

 

El desmonte de la ilegalidad debe ir paralelo al tema cultural. En la última década la ciudad abandonó esta perspectiva, haciendo que las medidas policivas hayan sido la única opción en una ciudad en constante crecimiento poblacional pero cuya fuerza policial y de funcionarios sigue siendo limitada.

 

Bogotá urge operar las 24 horas del día y esto es en todo aspecto y bajo el marco de la legalidad.

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