Hace un par de meses en Bogotá, el Instituto de Bienestar Familiar (ICBF) anunció que dos niños de 6 y 10 años de edad fueron abandonados por su madre, luego de que esta nunca llegó a recogerlos al colegio. Lo más insólito del caso es que, según pudo establecer la institución, la madre de los pequeños se encontraba viajando a Villavicencio.
Hasta donde se pudo conocer, los menores fueron trasladados al Centro Zonal Santa Fe donde un defensor de familia realizó la valoración del caso y determinó si los niños tenían o no, todas las garantías para regresar a su hogar.
Casos como este se repiten frecuentemente en la capital del país, convirtiéndose así en la primera ciudad donde más casos de abandono se presentan y de la peor manera, pues van desde dejarlos solos en las calles, hasta en los hospitales cuando las madres recién dan a luz.
De acuerdo con cifras del ICBF, durante 2018, de los 1.225 casos registrados en el país, 255 ocurrieron en la capital. Aunque, el Instituto indica que el índice bajó 14 %, en comparación con 2017, la situación es repetitiva en la ciudad, sobre todo para niños entre los 0 y los 5 años. En lo que va corrido del año se han presentado seis casos, en los que las autoridades han rescatado 10 menores.
Para La Policía de Infancia y Adolescencia, la constante es que los padres deben salir a trabajar y dejan a los niños solos por varias horas. Sin embargo, en otros casos se da porque se van de fiesta o sencillamente los descuidan por su dependencia del alcohol y a las drogas.
Sean cual sean las razones, resulta inadmisible que se presenten estos casos contra nuestros niños. A pesar de los esfuerzos por proteger a los menores y garantizar el cumplimiento de sus derechos, los impactos negativos que trae esta situación para su desarrollo son muchos.
Por ejemplo, les cuesta establecer relaciones afectivas positivas, tienden a presentar sentimientos de baja estima o muestran desconfianza hacia padres, familiares o cuidadores. Generalmente rechazan o demandan excesiva atención o amor y están más expuestos a desarrollar enfermedades.
Es hora de activar los mecanismos que permitan detectar de manera temprana y oportuna a las familias o las madres que están en alto riesgo de abandono, es decir, aquellas que están pasando por momentos difíciles de su vida.