La soledad de los jóvenes estudiantes

Si queremos proteger a los estudiantes en Bogotá es necesario poner en marcha una acción integral que involucre a las autoridades, a la sociedad y a las familias.

Tenemos que saber que hay niños víctimas de violencia intrafamiliar, hijos de madres solteras, muchos de ellos viven en soledad sin tener con quién hablar al llegar del colegio, con las redes sociales y la televisión cómo únicas compañías y como verdaderos formadores. Lo peor de todo es que son muchos los que no pueden ir a los parques porque esos espacios están tomados por los delincuentes.

De ahí que el abordaje de esta problemática tiene que ser mucho más amplio. El año pasado, un estudio del Ministerio de Salud mostró que ser menor de 13 años, permanecer menos de 8 horas en el colegio, probar el alcohol y el cigarrillo y tener a la mano marihuana o bazuco son las características de jóvenes adictos en Colombia.

El enfoque policivo y de seguridad es parcial si de verdad queremos salvar a nuestros jóvenes de los riesgos que los acechan. Tenemos más de 700 sedes de colegios que vigilar, muchos en zonas críticas de seguridad, convivencia y condiciones socioeconómicas.

Necesitamos el trabajo conjunto de las secretarías de Educación, Integración Social y Salud, para complementar el trabajo de la de Seguridad y de la Policía, pero también debemos hacer equipo con el Idpac, con las juntas de acción comunal, con todas las organizaciones sociales.

El golpe a las 'ollas' de drogas del Bronx y otras del centro ha hecho que las organizaciones delincuenciales enfilen sus miradas a los colegios, más aun de lo que ya venían haciendo y el peligro es para nuestros niños y jóvenes.

Pero no podemos olvidar que dentro de los colegios también hay riegos: las recientes noticas de profesores abusadores son una muestra de que la vigilancia debe empezar dentro de las instituciones porque ese problema no se presenta de la noche a la mañana. Es un problema soterrado que debemos desenmascarar para quitar ese riesgo de las aulas escolares.

Son muchas las amenazas que debemos enfrentar para proteger a los estudiantes: el abuso sexual y el maltrato en sus hogares y en algunas aulas, el matoneo de algunos compañeros, las mafias que los convierten en adictos o en distribuidores de droga dentro de sus colegios.

Y en esta tarea los padres de familia no pueden estar al margen. Y tampoco las empresas que deben encontrar la manera de permitirles que vayan a las reuniones de sus hijos en los colegios sin poner en riesgo sus trabajos.

Salvar a los jóvenes es tarea de todos.