Bogotá es la ciudad que más rápido se está envejeciendo. Según el Dane, mientras el resto de la población crece al 3,2 por ciento, los adultos mayores lo hacen al 5,2. En el 2015 se estimaba que las personas, hombres y mujeres, en esta franja superaban las 902.000. Hoy estamos por encima de los 980.000, casi un millón de personas.
Las proyecciones de población del Dane indican que en la ciudad cada día 108 personas ingresan a la franja de los mayores de 60 años. Con los análisis hechos en los últimos cinco años, la entidad estimaba que son 3.200 las personas que cada mes ingresan a esa franja.
En Bogotá 781 adultos mayores se encuentran en condición de habitante de calle, la violación física o permanente a mayores entre en el 2016 y el 2017 aumento en un 5.37 por ciento, hoy 50.497 mayores se encuentran en condición de pobreza.
Por esa razón la ciudad debe pensar en cómo va a atender hacia el futuro a los adultos mayores, si tenemos en cuenta que el 65 por ciento de los adultos mayores no cuentan con una pensión ni con la posibilidad de conseguirla. Muchos trabajaron en la informalidad y no cotizaron.
Que más población viva más años es una muestra del mejoramiento de las condiciones de vida en la ciudad, pero no basta con tener una expectativa de vida más larga, si en los últimos años de vida no se cuenta con ingresos dignos y atención en seguridad social asegurada. En qué condiciones se llega a la vejez es lo que debe preocuparnos.
La ciudad está llamada, desde el concejo y la administración a definir desde ya, las políticas que permitan garantizar que esa población sea atendida y que se le brinde la oportunidad de seguirle aportando su experiencia a la sociedad.
Y no podemos olvidar que en este asunto tan complejo también tenemos que evaluar las políticas con perspectiva de género porque las mujeres son las que más dificultades enfrenta, entre otras razones porque ellas tienen menos opción de pensión que los hombres, por el nivel de informalidad en sus vidas cotidianas.
Están bien las actividades que acabamos de desarrollar en el mes del adulto mayor: recreación, actividad física, hábitos y comida saludable. Pero no podemos limitarnos a un mes, debe ser un trabajo cotidiano, desde la familia, desde la sociedad y desde las entidades públicas. A PESAR DE LOS ESFUERZOS SEGUIMOS EN DEUDA CON NUESTROS ADULTOS MAYORES.
Lucía Bastidas
Concejal de Bogotá
