Lo digo, porque estoy a favor de que la ciudad pueda institucionalizar unos espacios en los que el arte de estas personas se pueda desplegar, e incluso ser utilizado como escenario para el turismo y la promoción de Bogotá, pero también respaldo la acción contra el vandalismo y considero que debe ser permanente y sistemática.
Los rayones que constantemente vemos por la carrera 7ª, para solo mencionar uno de los espacios más golpeados por quienes dicen que pintan grafitis pero lo que hacen es dañar muros y patrimonio público, no son arte. A esos vándalos hay que sancionarlos.
Es a ese tipo de daños, que dan al traste con millonarias inversiones que realiza la ciudad para recuperar muros y monumentos, para limpiarles los rayones y manchones de pintura, a los que se dirigen las acciones de limpieza a intervención que ha venido realizando la administración distrital.
Considero que en la ciudad nos está haciendo falta comunicación y un trabajo más coordinado para mostrar ejemplos como el mural del barrio Los Portales, que merece más difusión y que sí muestra un trabajo artístico.
Y nos hace falta un trabajo más contundente para que de una vez por todas a los ciudadanos puedan diferencias el tema del arte, que es plausible, del de los rayones y los manchones, que es incultura ciudadana y deseo de dañar el mobiliario público.
Si hay un potencial, como lo demuestran algunos artistas en la ciudad, desarrollémoslo, pero no incurramos en el error de defender lo indefendible, es decir, el grafiti que estropea, que afea y que genera gastos para la ciudad.
