Retos y desafíos contra la delincuencia

Esa es la conclusión que con claridad dejó el foro 'Seguridad ciudadana en Colombia: retos y perspectivas', en el que participaron alcaldes de varias ciudades, expertos de organizaciones cívicas, representantes de la Policía y el propio Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez.

Es alarmante que la Fiscalía tenga un promedio de 1.110 casos de denuncias de hurto por día en el país, grave en particular porque es un hecho el alto nivel de subregistro. Y más alarmante porque la modalidad que más está afectado es el hurto a personas con 24.863 casos en solo tres meses del 2018.

Es una buena noticia la que dio el fiscal durante el foro, en el sentido de que en dos años subió del 14 al 26 por ciento el porcentaje de homicidios que se esclarecen, sin embargo, la libertad permanente que se concede a los delincuentes involucrados en hurtos está llevando a generar desconfianza de los ciudadanos en la justicia y a que esclarecer los crímenes en los casos de homicidio no sea suficiente.

El mismo fiscal lo reconoció, el hurto está creciendo al 14,7 por ciento en el país, y en esa modalidad, el robo de celulares está aumentando en 50 por ciento.

Según el Fiscal, la desarticulación de las bandas criminales es la prioridad de la Fiscalía para garantizar la seguridad ciudadana, pero para ello es fundamental modernizar la investigación criminal en el país y contar con un pie de fuerza de inteligencia capaz de enfrentar el reto.

Y junto con esta prioridad es urgente que las ciudades, en conjunto con la Policía y la Fiscalía, unifiquen el sistema de información, no solo para tener certeza de las cifras de la criminalidad, sino para poder establecer estrategias confiables que permitan tener éxito frente a las organizaciones criminales.

Actualmente se le ha agregado un componente a la complejidad de la criminalidad que afecta la seguridad ciudadana: el delito informático, que según las cifras de la misma Fiscalía en un año se incrementó en el 63 por ciento. Si el Estado no se moderniza con urgencia, no hay manera de enfrentarlos con efectividad.

Es un hecho que las estructuras criminales, su capacidad económica, su control de determinados territorios y la extorsión que realizan afectan la seguridad; en unas ciudades más que en otras, pero al final, lo que pase en una urbe afecta a la otra, por la capacidad de migración que tienen los delincuentes cuando de escapar de las autoridades se trata.

Tal como lo ha demostrado Bogotá, tras la intervención de la olla del Bronx, el mayor centro de tráfico de armas y drogas que tuvo la capital, se necesita mantener la presencia del Estado en estos sitios una vez recuperados, y eso necesita de recursos. De lo contrario los criminales se reubican con su economía ilegal o vuelven a ocupar los territorios rescatados de sus garras.

Este diálogo sobre la seguridad dejó en evidencia que las ciudades tienen desafíos comunes para responder a males similares que están impactando la seguridad y la convivencia de las personas.

La lucha contra el microtráfico, el aumento del pie de fuerza de la policía en las ciudades, la judicialización de los delincuentes y el hurto a personas son los principales males comunes que necesitan estrategias conjuntas pero adaptadas a la realidad de cada territorio.

Es importante llamar la atención sobre fenómenos que están impactando la seguridad y la convivencia, como el consumo de alcohol y drogas en el espacio público, el porte de armas de fuego y blancas y el irrespeto a la autoridad.

No se puede ignorar que los delitos hoy son de alta complejidad debido al nivel de organización de los delincuentes; estamos hablando de crimen organizado y de microtráfico, que cobijan y disparan los hurtos y los homicidios.

En el foro se denunció por parte de los panelistas la lamentable situación de que algunos miembros de la policía estén involucrados con bandas delincuenciales o que reciben sobornos o dádivas que permiten la cohabitación con el crimen.

El otro gran desafío es recuperar la confianza en la justicia, que implica también solucionar la crisis carcelaria, donde la delincuencia ha encontrado un nicho para desde allí delinquir y tener el control de las bandas criminales, con la complicidad de algunos miembros de la guardia. Los dos temas están atados irremediablemente, según las denuncias. Son desafíos enormes en los que las ciudades requieren del apoyo nacional.