Al tumbar el artículo que les prohibía a los ciudadanos consumir alcohol y drogas en sitios como parques, estadios, coliseos, centros deportivos, entornos escolares y centros de salud, la Corte dejó en estado de indefensión a los ciudadanos, especialmente a los niños, niñas y jóvenes. A la familia entera.
Y algo muy grave: ató las manos de las autoridades civiles y de policía para combatir este problema que atenta contra la convivencia, la seguridad, la salud y la vida de las personas.
Como concejal de Bogotá saldré a las calles con mi equipo de trabajo a recoger firmas para exigirle a la Corte Constitucional que reconsidere la decisión de permitir el consumo de drogas y alcohol en los parques y espacios públicos, porque esa medida atenta contra el derecho colectivo de los niños las niñas y la familia.
Invitamos a los magistrados de la Corte Constitucional a que caminen por las calles, parques, plazoletas de centros comerciales y alrededores de centros educativos de la ciudad para que constaten la realidad que viven a diario los ciudadanos.
Con muchos códigos desde el escritorio los magistrados toman medidas que ponen en riesgo al colectivo y a esa minoría que no tienen votos que son los niños, las niñas y los jóvenes.
Salgan a la calle y miren los problemas que enfrentan los menores y las dificultades de convivencia que se viven a diario por culpa del consumo de alcohol y drogas en el espacio público.
No es aceptable el argumento de la Corte de que prohibir el consumo de alcohol y drogas no garantiza la convivencia y las relaciones respetuosas. Se nota el desconocimiento de la realidad fuera de los códigos. Si los señores magistrados consultan a Medicina Legal podrán constatar que el alcohol está presente en las riñas, las lesiones y muertes que se generan por cuenta del alcohol y drogas, y en el espacio público, aunque lo quieran desconocer.
No hay duda de que los magistrados están olvidando el deber constitucional del estado de proteger el espacio público y la primaría del interés general sobre el particular. En Bogotá, la mitad de los homicidios son causados por personas que haciendo uso del libre desarrollo de su personalidad consumen drogas, peleas, hieren y matan hasta a sus amigos.
¿Cómo puede la Corte ampararse en el libre desarrollo de la personalidad, de quienes consumen, para fallar? ¿Y donde están los derechos de los niños, las niñas y jóvenes que se afectan por el uso de los parques, entornos escolares y espacios públicos para ese consumo?
Invito a los ciudadanos a salir a las calles a defender el derecho de los niños, las niñas y los jóvenes. Exijamos fallos acordes con la realidad de la vida cotidiana y no hechos desde el cómodo escritorio.
Lucía Batidas
Concejal