Pero, por favor, hace apenas dos noches el noticiero CM& presentó la masacre animal que se originó en el Municipio de Sincé (Sucre) en el marco de sus corralejas.
Y los resultados después de cinco días de masacre fueron desastrosas: 14 caballos muertos y 12 caballos heridos al ser corneados y embestidos por los toros. Y aun más lamentable, la comunidad denuncia la asistencia de un sinfín de niños y jóvenes que, posteriormente, con cuchillos descuartizaron a los animales para comérselos. En este tipo de actos se mide el subdesarrollo de un pueblo. Es un tema de cultura o, más bien, de incultura. Y lo más extraño es que la corraleja se celebra en el marco de le celebración de la Virgen del Socorro!!!
Las imágenes de los caballos jadeando en el piso, sin recibir una atención médica veterinaria, eran francamente preocupantes. Pero no es el único hecho. Hace apenas dos semanas murió un caballo de las "tradicionales" carretas turísticas en Cartagena y fue por deshidratación.
¿Y qué hace la Corte Constitucional frente a estos actos? Se supone que con las corralejas realizadas en Sincé se está violando lo establecido en el Sentencia C666 de 2010 que establece la obligatoriedad de morigerar el dolor de los animales en estos eventos. En estos casos, los Alcaldes municipales están seguros que la omisión de esta disposición no tendrá ninguna consecuencia.
¿Y eso queremos para Bogotá? ¿Cuándo dejaremos de pensar en el placer humano y ser compasivos con otros seres vivos?
Extrañamente ahora se habla que defender las prácticas taurinas corresponde a una protección cultural de una minoría. Pero creo que tenemos una seria debilidad conceptual al afrontar el tema. Cuando los defensores de animales hablan de la importancia de proteger la vida animal, no están buscando proteger un derecho para si mismos como humanos. Están buscando proteger la vida animal de una población que es francamente minoría y que, además, se encuentra en amplia desventaja con los humanos. No hablan y no conocen el derecho. Solo tienen su brío y fuerza que se ve mermada con cada picada.
Y ahora cursa en el Concejo de Bogotá un proyecto de Acuerdo que busca declarar como interés cultural las prácticas llaneras en la ciudad, entre ellas, el Coleo.