Una segunda oportunidad para el SITP

La queja más común de los ciudadanos en los barrios populares de Bogotá es el mal servicio de los buses azules del SITP. No importa si uno se encuentra en el barrio Juan Rey en la localidad de San Cristóbal, o en el barrio Monterrey de Ciudad Bolívar o en Engativá Centro, los comentarios son los mismos; las rutas no están bien diseñadas, se demoran mucho, no hay paraderos adecuados, no son puntuales y los conductores tienen un pésimo comportamiento. Muchos prefieren volver a las rutas antiguas que sí los llevan a todos lados y no los nuevos azules, que no son confiables.

El esquema del SITP fue creado en el 2009 y puesto en funcionamiento en 2011. Su objetivo era vincular a más de 15 mil buses y busetas de empresas privadas a un nuevo esquema por zonas, con tarifa y recaudo unificado y garantizando cobertura de atención y frecuencias a toda la ciudad. Sin embargo, desde la contratación se advirtieron los grandes riesgos de esta operación. Un sistema que estaba destinado a fracasar. 

Inicialmente eran 9 operadores, pero solo 7 entraron en funcionamiento. De los más de 15 mil buses, solo 5 mil pasaron al esquema de buses azules del SITP y por eso tuvo que crearse el SITP provisional que aún rueda con buses viejos en las rutas antiguas que tenía la ciudad.  La tarifa proyectada no cubría los costos y la demanda estimada no fue la adecuada.  Lo cual generó que el sistema perdiera más de 500 mil millones de pesos al año y a hoy se acumulara un déficit de 2.5 billones de pesos. Una verdadera bomba de tiempo.

Lo más grave de esta situación es la afectación en la movilidad de más de 1,6 millones de personas que hoy usan el sistema. La calidad del servicio, la seguridad y la confiabilidad en el servicio es muy baja. Las quejas son recurrentes y ello ha traído consecuencias nefastas. Un aumento notorio y lesivo de los colados y el surgimiento de transporte informal en los barrios periféricos para cubrir el déficit de servico del sistema de transporte de la ciudad.

Los contratos fueron firmados en la administración de Samuel Moreno por 25 años y van hasta el año 2036. Bogotá está atrapada en este sistema y su crisis estaba llegando a un punto de no retorno. Una sola de esas empresas concesionarias que quebrara y se retirara de la operación generaría un caos como el que se vio en Ciudad Bolívar y Usme cuando Tranzit, uno de los operadores, decidió, el año pasado, no salir a prestar su servicio. Miles de ciudadanos afectados tuvieron que caminar por horas para poder llegar a su sitio de trabajo o regresar a su casa.

El problema había que resolverlo, pero para ello todos los actores debían ponerse de acuerdo. ¡Vaya tarea ¡La semana pasada la ciudad fue informada que, bajo el liderazgo de la gerente de Transmilenio, María Consuelo Araujo y con el respaldo del Alcalde Peñalosa se llegó un acuerdo para salvar el SITP y darle una segunda oportunidad!

La verdad es que no era una tarea fácil resolver un problema heredado y nefasto,  que había generado el colapso del sistema de transporte de la ciudad. Sin embargo, con el acompañamiento de la Contraloría, la Procuraduría, la Personería Distrital y de la mano de los 7 operadores se logró un acuerdo que busca la sostenibilidad del sistema.

El Distrito con fuentes ciertas, aprobadas en el Plan de Desarrollo del Presidente Duque, destinará en los próximos años más de $1.6 billones de pesos para mejorar el reconocimiento de las tarifas de los operadores y lograr inversiones que mejoren la calidad del transporte. Habrá control a la calidad del servicio y se entrará, a fondo, a lograr una reposición de los buses chimeneas viejos y contaminantes. Lo fundamental es que todo el esfuerzo se enfoca en mejorar el desempeño del sistema y por ende más rutas, más frecuencias y más paraderos.

Seis operadores se comprometen a reorganizar sus finanzas  con los bancos, planear con más tiempo la reposición de los buses e implantar mecanismos de control anti evasión.  El Distrito ya planea una nueva licitación para reponer el servicio no prestado en Fontibón y el Perdomo, de hecho, se proyectan ya buses eléctricos para renovar la flota de buses antiguos del SITP provisional.

La mejora en la calidad de servicio que exigen los ciudadanos comenzará a verse en aproximadamente seis meses, pero ya comienzan a evidenciarse resultados de esta renegociación: el operador del SITP, Masivo Capital, para las zonas de Suba y Kennedy llegó a un acuerdo con la superintendencia de sociedades y sale de la Ley 1116 de insolvencia económica, lo que le permitirá avanzar en el cumplimiento de los nuevos acuerdos de desempeño y servicio con el Distrito Capital.

Lo fundamental para la administración actual es avocarse a que el nuevo esquema funcione, en particular en el rediseño de las rutas para que sean las que los ciudadanos realmente necesitan, es decir puntualidad y frecuencia.  Hay que volver a ganar en credibilidad para este sistema que va a estar en la ciudad por más de 20 años más.

Tienen que acabarse los tiempos de espera de más de 40 minutos para que inicie el recorrido de un bus azul y que luego, a punta de trasbordos a un ciudadano, le tome dos horas y media para llegar al otro lado de la ciudad.

Hay que reconocer la importancia de esta renegociación, recomponer este entuerto parecía imposible. A esta administración de Peñalosa le ha tocado enderezar una cantidad de temas estructurales que llevaban a la ciudad a la hecatombe, muchas veces sin el reconocimiento de los ciudadanos pues aún los resultados en el mejoramiento de la calidad de vida no se ven.  Pero a todo señor, todo honor; salvar el SITP y darle una segunda oportunidad era un tema de vida o muerte para el futuro de la movilidad de la ciudad. Ahora a garantizar que esos bogotanos que usan el SITP vivan y disfruten de un mejor servicio, esa es la mejor apuesta de inclusión y de equidad de una ciudad.

 

 

 

Diego Molano

Concejal de Bogotá

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