Es decir, aquella con alto contenido calórico, de sal, sodio, grasas totales, grasas trans, grasas saturadas, azúcares añadidos, refinados y libres, entre otros componentes que ponen en riesgo la salud pública.
Las principales impulsoras de la medida son la concejala de Bogotá, María Fernanda Rojas, la representante Angélica Lozano y la Senadora Claudia López.
La propuesta apunta a que en un año el Gobierno Nacional reglamente el acceso a estas bebidas y alimentos por parte de niños y jóvenes en colegios, universidades, parques, teatros y museos e instituciones públicas.
La Alianza Verde ya presentó en el Concejo de Bogotá un proyecto de acuerdo para prohibir la venta de gaseosas y restringir la comida chatarra en las tiendas de los colegios y parques públicos de Bogotá. "Los niños y niñas bogotanos están a merced de la peor dieta posible en pleno ciclo de desarrollo" afirma la Concejal Rojas.
La primera causa de muerte en Colombia es la enfermedad cardiovascular (según la OMS) y la mitad de los colombianos padece de sobrepeso, uno de los principales antecedentes relacionados con esa enfermedad.
En parte, esa condición se debe la combinación de inactividad física y el consumo recurrente de embutidos, comidas rápidas y gaseosas. Solo el año pasado, los colombianos gastamos 13 billones de pesos en gaseosas y bebidas azucaradas. Aunque ese consumo genera empleos, el impacto en la salud pública es contraproducente.
Con esta dieta, las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, cuadros glicémicos, lipídicos y diabetes serán inevitables.
Aunque hay esfuerzos desde las instituciones por promover hábitos de nutrición saludable, mientras en las cafeterías de los colegios los niños solo encuentren empanadas con ají, papas rellenas, perros calientes, hamburguesas, salchipapas, gaseosas y paquetes no servirán de nada.
Algunos colegios privados de Bogotá ya restringen la venta de gaseosa y los “paquetes” están prohibidos para los niños de primaria. Pero los 880 mil niños y niñas de los colegios públicos están a merced de este enemigo silencioso. "En cualquiera de los 360 colegios distritales visitar la cafetería es constatar que la única oferta disponible es la más alta en calorías, grasas, azúcares y sal. En los parques públicos la historia es la misma" señaló la representante Lozano.
En otros países ya hay regulaciones al respecto, que por ejemplo, restringen el tamaño de las porciones y presentaciones de algunos alimentos que afectan la salud.
"Puede que esos productos sean los más rentables para quienes usufructúan esos negocios, pero no para la salud de niños y niñas, la mayoría de los cuales serán pacientes crónicos del inoperante sistema público de salud cuando sean adultos" concluyó Claudia López.
@MaFeRojas
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