Transmilenio se ubicó como el principal medio de transporte para los ciudadanos en la capital del país, el 29% de los encuestados por Bogotá Cómo Vamos en su reporte virtual “Mi Voz mi Ciudad” de noviembre de 2021, señalaron utilizar este sistema a diario. A pesar de ser tan necesario, su panorama hoy en la capital del país, es de un déficit millonario acrecentado por el vandalismo, abandono, entornos de las estaciones perdidos, colados e infraestructura dañada.
El gobierno distrital permitió que el sistema sufriera daños por cerca de $30.000 millones de pesos, con la permisividad ante la violencia en las protestas del Paro Nacional. De las 143 estaciones troncales y 9 portales con las que cuenta, 125 fueron vandalizadas, inclusive en más de una oportunidad, revandalizadas. Esto corresponde al 87.4% de la infraestructura de Transmilenio. De estas 125 estaciones, 65 dejaron de operar temporalmente por la magnitud de los daños y a la fecha, aún hay dos sin funcionamiento: Biblioteca Tintal y Tigua-San José.
Otro aspecto que afecta en gran manera, es la venta ilegal de pasajes, en especial en el componente zonal, donde bandas y particulares utilizan por un lado tarjetas personalizadas, para aprovechar el beneficio de dos transbordos en 110 minutos, de troncal a zonal sin costo adicional, de zonal a troncal por valor de $200 y de zonal a zonal sin costo adicional. Por otro, tarjetas de personas con el beneficio Sisbén que es el incentivo para quienes tienen puntaje inferior a 30,56 y que pagan 1.800 pesos por el servicio troncal y 1.650 en zonal.
Como si fuera poco, al vandalismo y a la venta ilegal de pasajes se suman los colados. La evasión de la tarifa es de 15,4% diarios de lunes a sábado, los domingos la cifra aumenta al 25,2%, lo que representa dos millones de colados por semana. Según el grupo de Sostenibilidad Urbana y Regional (SUR) de la Universidad de Los Andes, en un estudio publicado sobre los colados, señala que "la evasión causa enormes pérdidas económicas a la ciudad, pero también influye negativamente en las percepciones de seguridad y calidad del sistema".
Esto se ratifica al multiplicar el valor del pasaje (a la fecha del estudio agosto 2021) de $2.500 pesos en el componente troncal, con el número de colados promedio por semana que eran dos millones, lo que daría como resultado que el sistema en promedio pierde $5.000 millones semanales, dinero que serviría para disminuir el déficit del sistema e incluso para la mejora del servicio. Los colados y la subutilización de la flota empeoran la calidad del servicio. Tan solo en noviembre y diciembre de 2021 se dejó de utilizar el 13% de la capacidad de la flota en horas pico, que representa que el sistema tuvo cerca de 300 buses estacionados. Esto conlleva a la espera de 15 o 20 minutos para un trasbordo o el arribo de una ruta a la que se ven enfrentados los usuarios.
Las estaciones, buses y portales se han convertido en un mercado que no cuenta con las garantías de salubridad, violenta los derechos de autor de diferentes temáticas con las que los bogotanos se enfrentan a diario y genera una contaminación auditiva que permite todo menos disfrutar de una buena experiencia de viaje (con algunas excepciones). Los entornos de las estaciones se han convertido en sitios de instalación permanente de cambuches, que son usados además por los habitantes de calle para la recolección de residuos y disposición de basuras y en algunos casos como baños públicos.
El sistema es un reflejo del desgobierno de la ciudad, no hay cultura ciudadana, ni respeto por el otro, priman las ventas ambulantes, el desorden, las basuras y los daños. El Gobierno es solo un actor pasivo, expectante a lo que sucede dentro del sistema y sin solución a la vista.
Lucía Bastidas Ubaté
Concejal de Bogotá