En reiteradas ocasiones he denunciado la negligencia e inoperancia que se ha presentado en el IDRD en lo que tiene que ver con parques, escenarios servicio y las constantes denuncias que hace la comunidad. En esta ocasión, las quejas recaen sobre lo que está pasando con la Ciclovía, patrimonio y orgullo de los bogotanos y un legado que contribuye al deporte, la recreación y la salud mental, pero que en esta administración ha perdido su tradición.
Este espacio que nació en 1974, pasó a ser administrado por el IDRD en 1995; desde entonces, el programa se ha venido estructurando hasta convertirse en el ejemplo a seguir de las Ciclovías Recreativas de las Américas en la que en promedio un millón y medio de usuarios disfrutan como el parque lineal más grande del mundo.
Ahora, lo que evidencian las denuncias ciudadanas es un espacio que ya no pueden disfrutar las familias o los niños con tranquilidad ya que ha sido invadido por domiciliarios en bicicleta a motor y bici taxis que transitan a gran velocidad, que además dejan una estela de carburante quemado a su paso; carretas de madera con carga sobredimensionada que impiden el paso, cientos de vendedores informales que no respetan los protocolos de bioseguridad y que invaden por doquier el espacio público son regulación alguna, que no están debidamente acreditados como se hacía anteriormente.
Contrario a lo que se espera, que es que el IDRD asuma su responsabilidad con el asunto, se limita a buscar culpables en otras entidades e instituciones como lo ha hecho con la Secretaría de Movilidad y la Policía.
Sumado a lo anterior, los ciudadanos se siguen preguntando, cómo se explica la desaparición de los baños portátiles y cuestionan por qué no hay presencia de alguna autoridad que haga cumplir las normas, pues desafortunadamente los guardianes de la ciclovía solo están allí para prestar auxilio en caso de accidente.
Lo preocupante es que con las respuestas de la directora dejan en evidencia que no hay voluntad de mejora y la mora por parte del IDRD perjudica la continuación y mejora de este bien recreo deportivo de los bogotanos. El llamado es a retomar los logros que han logrado el reconocimiento de la Ciclovía y a seguir con lo que tenía como legado de la Administración anterior, el bienestar de los ciudadanos no debe detenerse.
Concejal de Bogotá