En el balance de este año de pandemia en Bogotá surgen varios interrogantes y persiste la incertidumbre; se están sufriendo las peores consecuencias de la crisis relacionadas con sistemas de salud sobrecargados, servicios de agua y saneamiento inadecuados y otros problemas sociales que encienden las alarmas sobre el papel que han tenido los programas de atención.
Es en las zonas más pobres, donde la pandemia ha puesto de manifiesto desigualdades profundamente arraigadas, el Distrito se ha enfrentado al desafío de hacer transformaciones en sus servicios y atender a la mayor cantidad de personas afectadas posibles no solo aquellos que viven la innegable necesidad social que ya era conocíamos, sino a los que enfrentan la pobreza oculta: un fenómeno que no es muy reconocido porque afecta a las personas de estratos 3, 4 y 5, que a pesar de tener bienes pero no cuentan con los ingresos para suplir sus necesidades, y que se ha reflejado según la Secretaría de Integración Social en localidades como: Usaquén, Barrios Unidos, Teusaquillo y Chapinero.
A un año de comenzar con las medidas restrictivas para contener la pandemia en Bogotá, revisamos los datos del portal “Así va Bogotá Solidaria en Casa”, y cómo en las declaraciones públicas realizadas por la administración se insiste en sumar todo tipo de asistencia alimentaria como ayuda de emergencia, sin serlo, independientemente de su naturaleza, con lo que se traduce para sus balances en una exorbitante cifra de 12.232.036 en entrega de apoyos alimentarios y 831.038 giros de “renta básica” con corte de 7 de enero de 2021: En mercados se ha entregado un total de 740.694, en canastas alimentarias 1.165.493, en bonos 5.198.534, en comidas calientes 4.345.261, en refrigerios 646.832, tajetas monedero 9.262 y en donaciones 125.960, pero recordemos que algunas de las entregas aquí relacionadas como las tarjetas monedero o las comidas calientes hacen parte de programas que venían desde antes y por ende tenían recursos propios para operar, no dependen de la emergencia.
Sin desconocer el positivo impacto de estas ayudas, la cantidad de quejas y de protestas que hubo indican que hay poblaciones que por su condición específica no suelen o siguen sin estar incluidas en los criterios de focalización tradicionalmente utilizados, como las familias inmigrantes que viven en los numerosos pagadiarios de la ciudad, aquellas que residen en barrios aún no legalizados, de algunos grupos étnicos en vulnerabilidad o las personas dedicadas a las actividades sexuales pagas y que suelen ocultar su identidad real. Por esta razón, los instrumentos de focalización comunitarios y territoriales, incluidos en el manual operativo de Bogotá Solidaria en Casa, deben actualizarse con frecuencia para brindar la cobertura necesaria lo que no sucedió en 2020 y esperamos que si ocurra en el 2021, no solo con apoyos sino tambien con oportunidades laborales dignas para todos.
Es imposible establecer el número total de ayudas según tipo de población beneficiada pues no se ha efectuado una caracterización de este tipo y ha sido una de las observaciones que hemos hecho a la Secretaría, pues sin esa diferenciación es difícil saber dónde se está fallando y a quienes hay necesidad de priorizar. Diferenciar las ayudas entregadas por la SDIS a los beneficiarios de los programas tradicionales y recurrentes vs. las que salen producto de la crisis sanitaria y las entidades encargadas de entregarlas.
Ahora se espera que con el lanzamiento de las denominadas manzanas de cuidado y la tropa social, estrategias con las que se ha hecho mucho bombo y platillo, se logre caracterizar y apoyar a mucha más población que quedó en estado de vulnerabilidad a raíz de esta pandemia. Los desafíos que quedan para esta administración son altos y la recuperación debe apostarle a soluciones de mediano y largo plazo, por eso repensar lo que se esta haciendo debe ser una de las reflexiones que nos quede luego de estos últimos 12 meses.
Concejal de Bogotá
