La seguridad está en cuidados intensivos, se evidenció que una vez volvimos a la normalidad, se volvieron pan de cada día las noticias sobre atracos, sicariato, con uso de armas y de paso casos de justicia por mano propia, alimentados por un aumento en la xenofobia que está ligado al discurso que se propició desde la Administración y ante el desespero ciudadano de no encontrar respuestas a las problemáticas de inseguridad que se viven en la ciudad.
Tras la muerte del patrullero Edwin Caro el pasado 10 de marzo y luego de las constantes denuncias de hurtos y problemáticas de inseguridad que hemos visto con mayor frecuencia en lo corrido del 2020 y 2021, la respuesta de la alcaldesa fue responsabilizar si titubeo a la población migrante que ha venido a la ciudad en búsqueda de nuevas oportunidades, huyendo de la crisis que provocó la dictadura de la izquierda de Nicolás Maduro. Ese pronunciamiento dejó como consecuencia un aumento del 576% de casos de xenofobia en redes y amenazas de muerte a migrantes con panfletos; además de amenazas a diversos concejales de la ciudad, entre esos yo, por desaprobar las declaraciones de la alcaldesa.
Sin embargo, vale la pena recordarle a la Administración Distrital que de acuerdo con Migración Colombia y el INPEC, del 100% de casos de delincuencia que se presentan en la ciudad, tan solo en un 2% han estado involucrados ciudadanos de nacionalidad venezolana; por lo cual el discurso de xenofobia para justificar la ola de inseguridad, no puede seguir siendo la respuesta al desastroso manejo del tema que le ha dado este gobierno que dice ser “cuidador e incluyente”.
“Cifras y percepción” para la popularidad de la alcaldesa vs. realidad de inseguridad para los ciudadanos
Las cifras del último mes, como es tendencia últimamente, revelan en números mejoras notables en comparación al mismo mes del año anterior en hurto a personas (2.343 casos menos), homicidios (22 casos menos), violencia intrafamiliar (2.108 casos menos) , por lo tanto, cuando salgan las del mes de marzo que se entregan a principios de abril, dirán que todo mejoró una vez más, ignorando el hecho que las dinámicas urbanas no son las mismas que hace uno o dos años, y también haciendo caso omiso a la percepción ciudadana, y demás hechos que se dan más allá de las cifras recogidas por la Secretaría de Seguridad.
Preocupa seriamente que el Distrito insista en apegarse a las cifras que ellos mismos construyen e ignorar otros datos como los de la CCB que evidencian que el 77% de los bogotanos sienten miedo cuando acuden al comercio, así como el 79% cuando usa el transporte público; que solo el 13% de los bogotanos se siente seguro en sus barrios, evidenciando la desconexión de este gobierno “participativo” con los ciudadanos y sus necesidades.
Acciones sin resultados sustanciales para contrarrestar la inseguridad
En este apartado, es necesario evidenciar qué hizo bien la administración pasada sobre el asunto y que no está haciendo esta administración. Y para ello, recordemos el estudio reciente de la Universidad de Los Andes sobre el programa de mejoramiento de parques del cuatrienio anterior que llevó a que se presentara reducción de hurtos en un 88% alrededor de estos espacios deportivos y recreativos, contradiciendo el pensamiento de la actual administración que en su momento menospreció estos avances desde el IDRD diciendo que era un negocio y que las canchas daban cáncer.
Lo cierto es, que la realidad que quedó para los bogotano con esos parques y canchas es que además llegaron con mejora de luminarias en zonas identificadas como peligrosas en la ciudad, mientras que lo que observamos hoy por ejemplo es vías como la Calle 26, la Ciudad de Cali y la Calle 68 a oscuras producto de la baja iluminación e incierto sigue siendo el proyecto de entornos seguros para las mujeres que esta administración de la mano con Hábitat plantearon como pilotos para solucionar hurtos y demás problemáticas con enfoque de género, en comparación con el gobierno anterior que trabajó de la mano con el nacional y la Policía para acabar con el Bronx e implementar políticas de seguridad efectivas, roces evidentes con la policía y pleitos constantes con el gobierno nacional evadiendo responsabilidades.
Aquí, con base a las problemáticas de seguridad, es viable mencionar la propuesta que ha surgido desde el Senado para eliminar la suspensión general del porte de armas. Considero que legalizar esto en las condiciones en que nos encontramos actualmente como sociedad llevará a que el “remedio” sea peor que la enfermedad, pues en el caso de Bogotá el brote de xenofobia es demasiado alto, así como la intolerancia a la opinión del otro, sumado al desespero ciudadano de encontrar soluciones a hurtos y el anhelo de salir sin miedo puede llevar a que muchos ciudadanos inocentes actúen intempestivamente por temor portando un arma. Además, en aquellos países donde el porte de armas es legal como por ejemplo Estados Unidos que según cifras de Small Arms Survey tiene 89 armas por cada 100 habitantes, se conoce un saldo de 31 muertes por millón de habitantes, lo que ratifica el estudio de Harvard Injury Control Research que concluyó que donde hay más armas, se presentan más homicidios, independiente si las armas son legales o ilegales.
Bogotá, tiene una crisis social donde la convivencia con el que piensa distinto y proviene de otra parte no tiene altos índices de tolerancia, por eso medidas como armar a la ciudadanía, discursos de xenofobia, así como responsabilizar a otros y trabajar desarticulados con Policía y otros entes competentes no va a solucionar los problemas. Invito a trabajar en equipo, dejando a un lado el lenguaje de odio y reconocer que las cosas no van por buen camino. #BogotáPideSeguridad.