Al inicio del presente período constitucional la bancada de concejales de Bogotá del Centro Democrático, en el marco de las disposiciones contenidas en el denominado Estatuto de la Oposición (Ley 1909 de 2018), decidió declararse como partido independiente al gobierno de Claudia López. A pesar de que durante la campaña habíamos acompañado la propuesta programática de Miguel Uribe Turbay, pusimos por delante los intereses superiores de Bogotá y decidimos dar un compás de espera a la nueva alcaldesa.
Sin embargo, durante este tiempo hemos visto con creciente preocupación el carácter errático e improvisado de las decisiones del gobierno distrital. En menos de un año Claudia López ha incumplido numerosas promesas de campaña y su nostalgia por su ejercicio senatorial la han hecho privilegiar las declaraciones altisonantes sobre temas de interés nacional por encima de la resolución de los problemas concretos que hoy afectan a los bogotanos. Los resultados saltan a la vista. Mientras que durante el primer semestre en el resto del país los homicidios bajaron un 13%, en Bogotá –a pesar de casi 3 meses de cuarentena– aumentaron un 2% y el hurto a bicicletas se disparó alcanzando un incremento del 20%. Hoy, triste es decirlo, el miedo se ha apoderado de los bogotanos y la alcaldesa, siempre presta a pronunciarse sobre situaciones luctuosas en otras regiones del país, guarda un estridente silencio ante los hechos violentos que se presentan diariamente en la ciudad.
Como si esto fuera poco, la alcaldesa no aprovechó la cuarentena para fortalecer debidamente la red hospitalaria de la ciudad. Si no fuera porque el Gobierno Nacional entre junio y julio entregó a la ciudad oportunamente 730 ventiladores y logró destrabar la exportación de los apenas 140 comprados tardíamente por el Distrito en Argentina, Bogotá no hubiera contado con las Unidades de Cuidados Incentivos suficientes para enfrentar el pico de la pandemia. A esto se suma la falta de planeación y la evidente improvisación relacionada con Corferias, que en tan solo 5 meses cambió de uso en numerosas ocasiones.
En el plano económico el panorama es igualmente preocupante. La persecución y la estigmatización de la alcaldesa en plena pandemia a distintos actores económicos –Corabastos, Fenalco y Acodres, por dar solo algunos ejemplos– tienen a la ciudad al borde de la más grave crisis social y económica de la que se tenga memoria. Miles de pequeñas y medianas empresas están cerrando y cientos de miles de bogotanos están perdiendo sus empleos y la respuesta de la administración distrital consiste en presentar al Concejo, como lo reconoció el mismo Secretario de Hacienda, una reforma tributaria encubierta – “Plan Marshall”– con la que espera recaudar hasta $2,4 billones y cuyos pocos incentivos solo se harán efectivos en 2021. ¡Qué caras le han salido a la ciudad las salidas en falso de Claudia López! ¡Si las cosas siguen como van corremos el riesgo de ver destruido en cuestión de meses lo que los bogotanos tardamos décadas en construir!
Finalmente, desconcierta la incapacidad de la alcaldesa para asumir y reconocer sus propios errores. Todo lo que sale bien es mérito de ella, pero si algo sale mal inmediatamente se lava las manos y busca endilgar la responsabilidad a otros. El Presidente Duque, Corabastos, los comerciantes, la policía y recientemente el Presidente del Concejo, han servido de chivos expiatorios para los yerros de Claudia López. Semejante talante dificulta considerablemente la construcción de consensos y el avance de nuestra ciudad.
Por estas y otras razones los Concejales del Centro Democrático consideramos que en las actuales circunstancias tenemos la obligación moral y política de declararnos en oposición.
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