Las consecuencias económicas y sociales que ha traído la emergencia del Covid-19 para Bogotá, muestran hoy una realidad donde las más afectadas son las mujeres; no solamente por el aumento de las violencias de género, sino además por las brechas sociales que se han incrementado a medida que pasan los meses.
Según datos de la Secretaría de Integración Social, los jóvenes, entre los 14 y los 28 años, sin trabajo ni estudio antes de la emergencia sanitaria eran 400.000, pero para julio del 2020 esta cifra llegó a 665.000, de los cuales la mayoría son mujeres. Por su parte, la Encuesta Integrada de Hogares del trimestre de diciembre de 2020 a febrero de 2021, publicada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), arrojó que el 34,7% de la población joven femenina en la ciudad no está en el mercado laboral ni matriculada en un plantel educativo, mientras que para los hombres la cifra es d 21,2%.
Este fenómeno se puede presentar por dos razones que explica el análisis de Bogotá Cómo Vamos. En primer lugar, por el aumento del desempleo en la ciudad, que fue uno de los más altos en Colombia y donde el desempleo juvenil aumentó 10 puntos más que el general, dado que los sectores que generan más empleabilidad, de servicios y comercio, que concentran un alto porcentaje de empleados jóvenes y mujeres, son los que más han visto reducción en los ingresos.
Y, en segundo lugar, porque Bogotá antes de la pandemia, tenía un problema de acceso a la educación, que con la crisis se profundizó. En 2019, el 50% de los estudiantes que empezaban la educación superior podían llegar a terminarla; ahora, por la crisis económica, son más los hogares bogotanos resulta más difícil poder costear los gastos de educación superior y una consecuencia de este fenomeno es se pueda caer en dinámicas de violencia de estructuras organizadas o en el entorno familiar, fenómeno que se ha disparado durante el período de pandemia.
Los organismos de control también han llamado la atención por los evidentes problemas sociales que la pandemia ha traído consigo sobre las bogotanas; por ejemplo: el aumento de carga no remunerada en el hogar, donde además son las principales víctimas de violencia que ha aumentado para ellas en un 18% en promedio durante el periodo de aislamiento, e incluso en algunos casos viven con su propio agresor, además de una dramática cifra de 52 feminicidios al terminar 2020 y que en 2021 van en 12.
A pesar de que el foco de la atención se centra actualmente en temas nacionales relacionados con el Paro Nacional, no se puede distraer la atención de la Administración Distrital a esos temas fundamentales que exigen su atención e intervención para superar la crisis social en la ciudad. Las mujeres hacen un S.O.S. para ser escuchadas, dignificadas, atendidas y protegidas por la acción interinstitucional del Distrito que no ha logrado la cobertura esperada para cobijarlas en esta época difícil. Es por eso que con la reapertura de actividades, la reactivación económica, el plan de rescate social y los objetivos del Plan de Desarrollo se debe priorizar a esta población vulnerable de Bogotá que hoy más que nunca muestra con cifras reales que requiere de bienestar integral y atención inmediata.
