Son múltiples los problemas que cada día agravan más la condición de inseguridad y marginalidad de este barrio vecino a la Central de Abastos de Bogotá, donde pululan los expendios de droga que funcionan en las viviendas y los casos de atracos a transeúntes que se aventuran a pasar por este lugar.
La indigencia, las pandillas y las bandas que atracan a transeúntes y residentes están fuera de control, a pesar de que este barrio es reconocido por la administración como uno de loa 100 puntos más inseguros de la ciudad.
Entrar allí y salir con vida es casi un milagro para quienes no conocen la zona, y es una zozobra permanente para los vecinos que viven en el lugar y no tienen más remedio que lidiar cotidianamente con la delincuencia que tiene azotado el barrio.
A eso se suman situaciones graves como la invasión del espacio público, como lo pude comprobar en un recorrido en el que encontré andenes tomados por todo tipo de artículos y las basuras que inundan las calles.
No solo hay un problema grave de contaminación visual, sino que los desechos de alimentos y productos orgánicos que son abandonados en la vía pública producen lixiviados (líquidos contaminantes de la basura) que se convierten en mecanismos de trasmisión de enfermedades que afectan a residentes y comerciantes de la zona. Basuras que además atraen la proliferación de roedores en el vecindario.
Este problema tendría fácil solución si se ejerciera control, pues en Corabastos hay un lugar especializado para el desecho de residuos que no se están utilizando. Abandonarlos en el espacio público es una infracción que requiere del control de la alcaldía local de Kennedy, que brilla por su ausencia en el control de estos territorios.
Este barrio que nació como una invasión hace parte de un problema que Corabastos no ha podido enfrentar: no sabe cuántos son sus predios reales porque muchos están en manos de personas particulares que residen y tienen puesto de trabajo en el lugar. Muchos de los primeros invasores vendieron a otras personas y el rastro de la propiedad de los predios está en la incertidumbre.
Como concejal de Bogotá advierto del grave riesgo que representa el barrio María Paz, donde viven personas trabajadoras que no tienen otra alternativa de vivienda y trabajo, y se ven obligadas a lidiar con la delincuencia porque las autoridades han sido incapaces de hacer una intervención integral para solucionar los problemas de ocupación del espacio público, control de basuras, distribución de drogas, tráfico de armas y erradicación de las bandas que atemorizan a la población.