Fue una ligereza del Alcalde. No me cabe duda. Por eso es equivocado seguir defendiendo esta desafortunada propuesta por pura terquedad y soberbia. Creo que esta salida en falso no se corresponde con las convicciones que en materia de seguridad tiene el Alcalde y su administración. Recuerdo que en la presentación ante el Concejo Distrital de su Proyecto de Acuerdo que buscaba crear la Secretaría de Seguridad, su Secretario Privado Jorge Rojas defendía el enfoque de "seguridad humana" construido en épocas recientes por las Naciones Unidas. Enfoque alimentado por las contribuciones teóricas del Premio Nobel de Economía Amartia Sen, uno de los autores preferidos por el Alcalde y algunos de sus asesores.

Y dicho enfoque, al insistir en la seguridad de los ciudadanos, supera las viejas teorías de la "seguridad nacional" o inventos más recientes y domésticos como la "seguridad democrática" que hacen énfasis en la seguridad de los Estados. Son lógicas contrapuestas. Porque una cosa es el ciudadano sacrificando sus libertades para ponerse al servicio de la seguridad del Estado, y otra muy distinta el Estado empleando todos sus recursos para asegurar el pleno disfrute de los derechos y libertades de los ciudadanos. Esa es la perspectiva por donde transitan los modelos alternativos y las políticas de seguridad urbana en el mundo y América Latina. Esas perspectivas de una seguridad centrada en el ciudadano se denominan indistintamente "seguridad ciudadana", "seguridad pública" o "seguridad humana". Y desde ese ángulo el Alcalde debió ofrecer una estrategia coherente para que los bogotanos puedan usar con seguridad sus teléfonos móviles en las vías públicas.

Me llamó la atención los reclamos del sitio Web "ENTER.CO" a propósito de las declaraciones del Alcalde. Le recuerdan que los celulares no solo se usan para hacer y recibir llamadas como él lo sugirió. Y que muchas de las aplicaciones que hoy tienen los teléfonos móviles se hacen en sitios públicos. Más aún, que es de la esencia de la telefonía móvil su uso en espacios abiertos. Y que las milagrosas y múltiples aplicaciones de estos prodigiosos aparatos pueden ser de utilidad para mejorar la vida urbana. Que Bogotá podría desarrollar aplicaciones para teléfonos móviles que ayuden, por ejemplo, a usar el Sistema Integrado de Transporte Público o que ofrezca una guía turística de la ciudad. "Ejemplos de aplicaciones que les sirven a las ciudades hay por todas partes", le insisten.

Resulta paradójico que mientras el expresidente Uribe promueve el paro cafetero, el Alcalde Petro prohíba los celulares en la calle por razones de seguridad. Como "en cuerpo ajeno". Solo falta que la Alcaldía expida un decreto que prohíba la venta de celulares para disminuir la cifra de robos de estos aparatos. Es el chiste que falta.