Se ha vuelto habitual hablar del embarazo adolescente como un problema de unas jovencitas que no saben cuidarse, pero esta es una situación que afecta la sociedad en general y que limita el desarrollo de una ciudad y de un país.
Estamos frente una problema de fondo, principalmente en lo que respecta a educación, pero no solo de “educación sexual” como algunos tratan protagonizar en los últimos días, esto es un problema de un vacío de “educación integral”. Esto no se resuelve repartiendo más preservativos en las escuelas, o creando unas cartillas educativas, esta es una situación donde debe articularse la escuela, los padres y la sociedad en general, especialmente por el arraigo cultural que tiene este tipo de problemáticas. Por ejemplo, en Estados Unidos 44 de cada 1,000 mujeres de raza blanca entre 15 y 19 años está embarazada, entre tanto la cifra se eleva dramáticamente a 126,6 adolescentes hispanas y 126.3 afro-norteamericanas (Guttmacher Institute, 2010). No importa en que país se encuentre, al parecer la niña o adolescente latina mantiene un fuerte legado cultural que trae de su país llevándola a caer en el mismo círculo vicioso.
Hoy en Bogotá 10,6 de cada 100 adolescentes de 16 a 17 años desertan de sus estudios por un embarazo y el 48,1 por ciento de las jóvenes entre los 18 y 25 años lo hacen por la misma razón, con el agravante de que muy pocas regresen a sus estudios, con todo lo que esto implica: malos empleos, bajos ingresos, precario estado de salud, bajo reconocimiento social, poca autoestima y menor valor en su futuro rol como mujer en la sociedad.
Ante la situación surge la pregunta: ¿Qué tipo de sociedad podremos construir cuando una de cada dos jóvenes en condición de embarazo abandona sus estudios, especialmente en una etapa crucialmente importante para su vida laboral?
Nuestra propuesta:
Hacemos un llamado urgente a la Administración Distrital, a Secretaria de Educación, La Secretaria de Salud, La Secretaria de la Mujer para que desarrolle con prioridad un plan integral donde las niñas y adolescentes embarazadas o con hijos mejores no se vean obligadas a dejar sus estudios, para lo cual proponemos un plan de incentivos educativos que incluyan becas, acompañamiento jurídico para defender sus derechos, prioridad para los cupos en los jardines para sus hijos y primordialmente, una gran brigada de prevención donde la escuela, los padres de familia y la administración distrital se apropien de esta responsabilidad.
En este mes de la mujer, sin duda el mejor regalo que podemos hacer es que le digamos a estas niñas y adolescentes, que no pierdan la fe ni la esperanza, que aquí una sociedad que les respalda, que no les juzga, que les ama, pero que están dispuesta extender una mano para que vuelvan al colegio o la universidad y que mantengan vivos sus sueños para que rompan este círculo vicioso que tanto afecta nuestra sociedad.
Más información:
Diana Carolina Navarro
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