Gracias a la decisión del exalcalde Enrique Peñalosa, de intervenir sectores como el Bronx y el barrio San Bernardo en Bogotá, 2.537 habitantes de calle fueron invitados a participar en los programas de rehabilitación, de las cuales 711, hoy tienen un proyecto de vida que les devolvió su dignidad.
La idea es que a estos programas se les dé continuidad, fortaleciendo su acción para que se prevengan los riesgos de caer en estos problemas y además se evite su reincidencia.
De acuerdo con el DANE en Bogotá (2017) un total de 9.538 se identificaron como personas habitantes de calle. De estos, el 89% son hombres y un 11% son mujeres. En su mayoría personas entre los 25 y los 39 años, representan el 47,7%. Los adultos mayores de 60 años son el 8,2%; mientras que las personas menores de 19 años representan el 13,2%.
En el año 2018, la administración de Enrique Peñalosa vinculó a la estrategia de prevención a la habitabilidad en calle a unas 8.677 personas que recibieron servicios integrales en los 15 centros de atención de la ciudad y diseñó el Programa de Ángeles Azules, quienes caminaban por las calles y avenidas de la capital atendiendo a esta población durante las24 horas del día los siete días de la semana.
Muchos de estos habitantes de la calle en Bogotá fueron rescatados del sector del Bronx y del barrio San Bernardo en donde eran utilizados como escudos humanos para evitar la acción de las autoridades.
Debo decir que hoy, no veo claro los objetivos en esta administración para que este fin se cumpla a cabalidad. El Proyecto No 7755 de la Secretaria de Integración Social, con el que se busca la implementación de estrategias y servicios integrales para el abordaje del fenómeno de habitabilidad en calle en Bogotá a diciembre 31 de 2020, obtuvo una meta de un escaso 48,11% y hoy tenemos un panorama incierto frente a una población que necesita atención inmediata.
Basta mirar la cantidad de cambuches que los habitantes de calle han instalado debajo de los puentes peatonales y vehiculares o en las rondas de los humedales, el eje ambiental y en las extramuros de la ciudad, algunos de manera ocasional y otros de forma permanente. Incluso es común que quienes se dedican a la actividad del reciclaje, acomoden sus carretillas para pasar la noche en ellas en determinado barrios como El Amparo o María Paz por ejemplo.
El problema es complejo y las soluciones integrales porque tiene elementos de salud pública, de consumo de drogas, de marginalización y estigmatización. No podemos seguir dándole la espalda. Se requiere, con urgencia, revisar en qué estamos fallando y construir sobre lo construido. Y más aún cuando la ciudad se está llenando de cambuches y asentamientos, en momentos de una pandemia que el mundo entero enfrenta y que está lejos de superar.
En esto deben trabajar unidas entidades como la Secretaría Distrital de Integración Social, Secretaría de la Mujer, IPES, Secretaría de Educación, IDEPAC, Secretaría de Gobierno, IDIPRON, Secretaría de Salud, Secretaría de Hábitat y la Caja de Vivienda Popular en conjunto con organismos del orden nacional como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el SENA, cada una desde sus competencias pero en equipo, dando lo mejor de sí para sacar adelantes los programas de rehabilitación y emprendimientos a personas habitantes de calle.
Se debe trabajar fuertemente con la población de niñas, niño y adolescentes para la superación de problemáticas asociadas al abandono, deserción escolar, morbilidad, mendicidad, trabajo infantil, explotación sexual, entre otras.
Todos estos desafíos se deben trabajar en el marco de una política pública transversal a largo plazo para que así se garantice su continuidad en el tiempo y que evite que se caiga en el error de parar los programas porque vienen de administraciones anteriores. Aquí hay que pensar en el bienestar de estos ciudadanos dejando atrás los egos y las vanidades personales.
