El reto de mejorar la educación en Bogotá

Para empezar, los datos oficiales muestran que la ciudad tiene al menos 100.000 personas que no saben leer ni escribir y ese es el primer desafió: la capital del país no puede darse el lujo de tener cifras de analfabetismo.

Bogotá ha dedicado grandes esfuerzos en los últimos veinte años a mejorar la cobertura de la educación, a garantizar la gratuidad en primera infancia, educación básica, media y secundaria, pero hay localidades donde estamos con un déficit que demanda atención integral en materia de cobertura.

Por ejemplo, aún hoy tenemos un 6,6 por ciento de niños de 1 a 5 años que no asiste a una institución de educación integral en primera infancia porque sus padres no encuentran cupo. Ese porcentaje es más alto si miramos el tema por estratos: en el estrato dos, donde más población tenemos, el porcentaje llega al 8,9 por ciento y en el tres al 3,7 por ciento.

Y hay localidades, como Bosa, donde el porcentaje de niños de 1 a 5 años que no asiste a una institución educativa por falta de cupo llega al 15,6 por ciento. En Ciudad Bolívar está en el 9,4 por ciento y en Suba en el 7,1 por ciento.

Quiero invitar a que aprovechemos el Día Internacional de la Alfabetización para reflexionar sobre el tema de la calidad educativa. En ese aspecto nuestra deuda con la presente y las futuras generaciones sigue siendo enorme, como lo muestran las pruebas Saber. Si bien, Bogotá obtiene mejores resultados que otras ciudades, los puntajes siguen siendo pobres para el grueso de los estudiantes de los colegios públicos y privados.

En las pruebas Saber, que miden la calidad de los conocimientos, en matemáticas por ejemplo, el indicador en noveno grado estuvo en 36 por ciento, en quinto fue de 49 por ciento y en tercero de 68 por ciento. Lo mismo ocurre en las habilidades de escritura, que han mejorado pero no son las más óptimas si miramos la ciudad en su conjunto.

Tenemos que pensar a largo plazo, para que no ocurra lo que refleja hoy la encuesta multipropósito: solo el 39,9 por ciento de los jefes de hogar ha tenido educación básica, secundaria y media. El 22 por ciento tiene niveles de preescolar y de primaria. Solo un 20 por ciento tiene educación de niveles universitarios.

Esos grados tan bajos de educación no son propiamente analfabetismo pero si condenan a estas personas a ingresos bajos y empleos de mala calidad.