La actual administración ya se acerca a la mitad de su periodo y uno de los temas que ha causado mayor controversia, por los alarmantes resultados, es la inseguridad que ha invadido a Bogotá. Un asunto que debe ser analizado desde diferentes puntos de vista porque comprende muchos elementos, no solo la delincuencia, sino lo que concierne a la convivencia, ese elemento que a veces se deja en un segundo plano, algo completamente errado si se tiene en cuenta que a partir de esta es que la ciudadanía puede mantener o no, relaciones sociales armónicas.
Indudablemente, uno de las variables que ha incidido negativamente en la convivencia, fue la declaración de cuarentena mundial, que frenó el ritmo de vida de las personas, y cuando el mundo trató de normalizarlo, se encontró con mayores índices de estrés, una creciente crisis económica por el aumento del desempleo y la pobreza, incertidumbre frente al futuro y mayores problemas de salud mental, entre otras cosas. En Bogotá, además se sumó el paro nacional que derivó en la consolidación del vandalismo, incrementado la zozobra y el miedo de los ciudadanos, pues ya no pueden regresar tranquilos a sus hogares y constantemente están expuestos a la violencia del terrorismo urbano en contra de los bienes públicos, los barrios, portales de Transmilenio, etc.
Son estos elementos los que han ocasionado que los ciudadanos vivan en medio de estrés y que su tolerancia sea cada vez menor, lo que termina en riñas, lesiones personales y violencia intrafamiliar. Desde que inició el Paro Nacional, por ejemplo, se han reportado más de 74.981 a través del Número Único de Seguridad y Emergencias (NUSE), dentro de los principales conflictos que han llegado a las Casas de Justicia destacan la Violencia Intrafamiliar y Conflictos vecinales, y según cifras de la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia se han reportado más de 14.416 lesiones personales en este 2021.
Es necesario que se tomen medidas urgentes, que se articulen las instituciones en torno al bienestar mental de los ciudadanos, de lo contrario, se divisa un panorama violento y de incertidumbre que no le hace bien a Bogotá. Hago un llamado a la responsabilidad, a la acción interinstitucional y al replanteamiento de las políticas de salud mental y convivencia del Distrito que no han generado resultados positivos.
Concejal de Bogotá