El suicidio es la muerte causada por un acto de violencia dirigido hacia uno mismo con la intención de morir. Es importante señalar que es prevenible, y que es diferente al intento de suicidio, que se define como la autoagresión llevada a cabo con la intención de morir que, sin embargo, no resulta en la muerte del individuo. También se le denomina comportamiento suicida no mortal. El otro concepto de interés es el de la ideación suicida, el cual implica pensamientos sobre suicidarse con diversos grados de intensidad y elaboración.
Según datos de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, se estima que cada año pierden la vida más de 700.000 personas en todo el mundo, de ese gran total, alrededor del 77% de los casos suceden en países de ingresos medios y bajos. Según la OMS, por cada suicidio consumado, hay más de 30 intentos que no resultan en la muerte de la persona.
El 10 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud-OMS conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, fecha en la que se hace un llamado a numerosas instituciones nacionales y distritales para tomar conciencia y poner la mira sobre una problemática que se presenta en todos los territorios, que se constituye en una afectación de salud pública, y que debe tener respuesta por parte de la administración para reducir la tasa de suicidios a partir de un conglomerado de acciones desde la política pública.
Las estadísticas en Colombia son aterradoras. Según datos del Instituto de Medicina Legal, para los años 2021 y 2022, los intentos de suicidio en Colombia aumentaron un 25%, lo que se manifestó en una tasa de 72.2 intentos por cada 100.000 habitantes. Al respecto, la pandemia derivada del COVID-19 fue un detonante negativo de tal circunstancia. En el año 2022 se reportaron 37.274 intentos de suicidio, de los cuales el 39% involucraron a menores de edad.
En ese oscuro 2022, el país registró 2.835 muertes por suicidio. De este total, el 21% correspondió a mujeres, y el 79% a hombres. Así mismo, 936 casos eran jóvenes, 312 adolescentes, y 3 menores de edad. Ya para el año 2024, durante el primer trimestre se reportaron 712 casos de suicidio, de estos, 205 fueron cometidos por jóvenes entre los 18 y 28 años, y 186 por personas de entre 29 y 44 años.
Según datos del Ministerio de Salud revelados en 2024, el 44,7% de los niños y niñas en el país muestran indicios de problemas de salud mental, afectando a jóvenes entre los 17 y 24 años, adolescentes de 12 a 16 años y niños de 6 a 11 años. En trabajo conjunto entre el Ministerio de Salud y el Centro Nacional de Consultoría, se entregó, entre otros resultados, que el 66,3% de los colombianos mayores de edad han confrontado algún problema de salud mental durante alguna época de su vida. Tal volumen aumenta bastante en mujeres (69,9%), y más aún en lo referido a jóvenes de 18 a 24 años, donde el 75,4% reporta haber enfrentado problemas de tal tipo.
En Bogotá, los datos precisan que aunque la tasa de mortalidad por ese fenómeno social se ha mantenido inferior a la tasa nacional -5,3 por 100.000 habitantes- en 2023, de todas formas las cifras no son para nada alentadoras. El año pasado hubo 419 suicidios en la ciudad, a saber 302 hombres y 117 mujeres. En lo que va del 2024 solo en el primer semestre se presentaron 4.342 de intentos de suicidio. Aún más grave, durante este mismo semestre se han quitado la vida 20 menores de edad. Los números no demuestran un comportamiento a la baja, y en general la ciudad se ve consumida por una crisis de salud pública que tiene un impacto profundo en familias y comunidades enteras.
Desde la OMS se están impulsando campañas que buscan “cambiar la narrativa” con respecto al suicidio. Se trata de cambiar el chip para abordar su naturaleza de una forma clara y transparente, de evitar caer en creencias, mitos y tabúes que no permiten la atención sana y directa de la problemática, por ejemplo en muchas sociedades está instaurada la idea de que “de eso no se habla”, impidiendo una alerta temprana que se concrete en un apoyo robusto y decidido a la persona. En suma, se debe tratar el tema, con responsabilidad, conocimiento y respeto, y para lograrlo, las herramientas deben ser la empatía y el diálogo.
Desde el campo médico y psiquiátrico se han detectado una serie de factores de riesgo específicos que van desde variables sociales, culturales y económicas, hasta las de carácter genético. Entre los más visibles está el hecho de ser hombre y su vinculación con las tasas de suicidios consumados; ser mujer y los intentos de suicidio; las patologías mentales como la depresión, la ansiedad, los trastornos bipolares y de personalidad; el espejo en paralelos entre los jóvenes adultos y las personas mayores de 60 años; el dolor crónico asociado a patologías médicas; la ausencia de redes de apoyo vinculadas a círculos íntimos de afecto; la inestabilidad económica y el desempleo; las víctimas de abusos físicos, sexuales y psicológicos, o víctimas del conflicto; y las personas solteras y sin hijos.
Desde el campo referido se han revelado signos de alarma frente a los cuales se debe estar muy atentos, entre otros, hablar de querer morirse, hablar de sentirse vacío o desesperado, hablar de sentirse atrapado, hablar de no encontrar alternativas, hablar de ser una carga para los demás, sentir un dolor físico o emocional insoportable, retirarse de actividades regulares y alejarse de los amigos, regalar posesiones importantes, despedirse de amigos y familiares, arriesgar la vida sin necesidad, hablar de la muerte con frecuencia, cambios extremos en el estado de ánimo, hablar de sentirse avergonzado o culpable, consumir alcohol o drogas con mayor frecuencia, sentirse ansioso o agitado, cambiar las rutinas alimenticias o de sueños y mostrar furia y hablar de venganza.
En general, ante la detección comprobada de estos signos de alarma se sugiere en primera instancia escuchar a la persona sin emitir ningún tipo de opinión o juicio. A continuación, tanto la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio como el National Institute of Mental Health proponen cinco pasos de acción:
- Pregunte: Los estudios demuestran que no está mal indagar sobre qué sucede con la persona en cuestión.
- Mantener la persona a salvo: Reducir el acceso de la persona con pensamientos suicidas a ciertos objetos o lugares sumamente letales es parte esencial de la prevención del suicidio.
- Ayúdela a establecer una conexión: Esta conexión se debe realizar con un familiar o una persona de confianza, o con un profesional de salud mental. Igualmente está habilitada la línea de emergencias 123.
- Estar presente: Escuchar con empatía y mucha tranquilidad lo que le está pasando a la persona ha demostrado reducir los intentos de suicidio en lugar de aumentarlos.
- Mantenerse comunicado: Estar en contacto mediante llamadas o visitas periódicas después de que la persona ha superado la crisis es muy importante porque se vuelve parte de su red de apoyo.
Por último, es muy importante poner el tema en debate público, hablar de él, de sus asignaciones en los planes de la administración distrital, de las cifras, de su manejo como crisis de salud pública, de la política pública relacionada, de sus factores de riesgo, de sus motivaciones, pero sobre todo, de su prevención y de su tratamiento. Bogotá debe ser territorio de vida, y todos debemos ser empáticos con una afectación real que nos toca como sociedad y como ciudad. Es el momento de ponernos todos la camiseta para salvar la vida de miles de bogotanos.
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide
https://es.statista.com/estadisticas/634746/tasa-de-suicidios-en-determinados-paises-por-genero/
https://www.asivamosensalud.org/indicadores/salud-mental/tasa-de-suicidio-georeferenciado
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/001554.htm
https://www.infobae.com/colombia/2024/09/10/alarmante-panorama-para-la-salud-mental-en-colombia-intentos-de-suicidio-van-en-aumento-desde-la-pandemia/