Estamos despilfarrando más de 200 mil millones de pesos que invertimos en ciclorrutas
Juan Carlos Flórez
Junto a mi equipo de trabajo recorrí las ciclorrutas de la av. Boyacá, calle 170, la av. 19, la calle 80, la av. Ciudad de Cali, la calle 26 y la alameda El Porvenir.
Encontramos ciclorrutas inconclusas, abandonadas, inseguras y desconectadas; sin señalización, sin andenes pompeyanos (andén elevado) y sin iluminación. Pero también nos estrellamos de frente con las trampas que atentan contra la vida de los usuarios como bolardos, postes, basura y escombros; huecos, grietas y ondulaciones. Sin nombrar, el alto rango de inseguridad que sufre la gran mayoría.
En este día que celebramos la reducción de los homicidios en Bogotá, es importante recordar que en las ciclorrutas aún se sigue perdiendo la vida: en los últimos 4 años, 142 personas murieron. En el 2008, 31 personas; en el 2009, 41; en el 2010, 31; y en el 2011, 39.
Me preocupa el peligro que corren los ciclistas que viven en el suroccidente y noroccidente de Bogotá, zonas que cuentan con el mayor flujo de la ciudad. Los usuarios de las ciclorrutas de Juan Amarillo, por detrás de la Ciudadela Colsubsidio del Cortijo, corren peligro; los de la calle 26 que están estrenando, tienen que competir con los carros y se encuentran con tramos desconectados; y los usuarios de la av. Ciudad de Cali están expuestos a que los roben. Así se repiten, una a una, las problemáticas con las que deben convivir los bogotanos en las ciclorrutas de la ciudad.
Las ciclorrutas de Bogotá son un rompecabezas que no ha terminado de ser armado. Estamos desaprovechando cerca de 200 mil millones de pesos que se invirtieron en la construcción de más de 370 kilómetros de ciclorrutas, que hoy están en mal estado.
Con el uso de las ciclorrutas cada persona se podría ahorrar más de 80 mil pesos mensuales, que se está gastando en transporte público. En 2005 se realizaban 281.424 viajes diarios en bicicleta, en 2011 el número aumentó a 441.134 viajes diarios.
Queda claro que tenemos que incentivar el uso de la bicicleta para evitar que los usuarios la dejen por una moto o un carro. En los últimos 6 años, el número de motos creció un 444% y el de carros 92%, mientras que la malla vial tan sólo creció 2.7%, así se revienta cualquier ciudad.
Me genera una enorme tristeza que, hace 15 años, Bogotá fuera líder en bicicletas y hoy esté estancada. Éramos la cabeza del pelotón mundial, ahora, París, Buenos Aires y México quienes venían detrás de nosotros nos dejaron atrás. Si la bicicleta no ha muerto es porque han existido Quijotes que han luchado por ella.
Queda en manos de la Administración Distrital coordinar los esfuerzos interinstitucionales que se adelantan para sacar adelante la bicicleta y promover procesos participativos que incluyan a la ciudadanía, los usuarios y a las entidades responsables para garantizar que Bogotá recupere su liderazgo.