FALACIAS DEL NO
H.C. ANTONIO SANGUINO
Deliberadamente "olvidan" que la justicia transicional por definición es una respuesta multifacética.
De falacias está llena la campaña uribista por el No a la paz. Porque como se acepta comúnmente, una falacia es una idea engañosa. Aunque aparentemente no lo sea. Los argumentos falaces en la artillería del falazmente autodenominado Centro Democrático se concentran en insistir en que diciendo No se oponen a una "paz con impunidad". Para engañosamente concluir que el triunfo del No conduciría a una "corrección uribista" del proceso de La Habana.
Falacias. Porque los fervientes activistas del No ocultan que en La Habana se ha pactado un marco de justicia transicional para el tratamiento de los delitos cometidos en virtud del conflicto armado. Y deliberadamente "olvidan" que la justicia transicional por definición es una respuesta multifacética que, "a través de mecanismos de justicia penal, búsqueda de la verdad, reformas institucionales y programas de reparación, busca enfrentar violaciones sistemáticas o masivas a los derechos humanos que no han podido ser enfrentadas por los mecanismos ordinarios". "Olvidan" engañosamente que la justicia transicional, si incorpora elementos de justicia restaurativa, como en el caso colombiano y como los exigen los estándares internacionales, se consideran un componente importante en la construcción de La Paz. Y "olvidan" que por ser transicional es excepcional, tiene términos de tiempos de vigencia precisos, no sustituye indefinidamente los mecanismos ordinarios, incorpora una dimensión de género para conocer los delitos sexuales cometidos en el marco de la guerra y adopta estrategias en la búsqueda de la verdad, las reparaciones a las víctimas y la persecución penal cuando la verdad es ocultada.
No es difícil descubrir las molestias del Uribismo. Mientras el patrón del Ubérrimo insiste en cárcel solo para las FARC, lo acordado en La Habana establece una Jurisdicción Especial para La Paz que tendrá competencia respecto de "TODOS (el subrayado es mío) los que de manera directa e indirecta hayan participado en el conflicto armado interno, incluyendo a las FARC y a los agentes del Estado, por los delitos cometidos en el contexto y en razón del conflicto, en especial respecto de los casos más graves y representativos". Y para mayor molestia del Uribismo esta Jurisdicción contempla dos tipos de tratamiento, uno para quienes reconocen VERDAD Y RESPONSABILIDAD (el subrayado también es mío) y otro para quienes no lo hacen o lo hacen tardíamente. A los primeros se les aplicarán penas alternativas y los segundos pueden enfrentar, luego de un juicio ante el Tribunal de Paz, penas hasta de 20 años de prisión.
Está claro que habrá una ley de amnistía para los militantes y combatientes rasos de las FARC que no estén comprometidos en delitos de lesa humanidad o crímenes de guerra tipificados en el Estatuto de Roma. Está claro que los paramilitares recibieron también ya un trato especial en virtud de la Ley de Justicia y Paz expedida en tiempos de la seguridad democrática, por lo que no serán objeto de esta jurisdicción especial de paz pactada en la La Habana. Pero también es claro que esta jurisdicción es perfectamente aplicable a agentes del Estado, militares y policías de todos los rangos, o empresarios colaboradores y financiadores de grupos armados ilegales, o políticos aliados o promotores del paramilitarismo que hasta ahora han pasado de agache ante la justicia o que incluso hayan sido procesados y condenados con penas contempladas en el código penal, a condición de que cuenten la verdad.
Para ser más explícitos, quizás lo que preocupa al expresidente y su Centro Democrático sea la verdad que surja de las confesiones de una parte de los trece mil empresarios que, según el Tribunal Superior de Medellin, apoyaron a los paras en tiempos de las Convivir, o de los cerca de 900 militares juzgados por los Falsos Positivos o de las decenas de parapoliticos que votaban sus proyectos en el Congreso antes de ir a la carcel, que podrían resultar beneficiados con el marco de justicia de paz que viene de La Habana. Y quizás para detener esa verdad deba acudir a la falacia, que es una forma engañosa de mentir.