Las cifras reflejan una realidad escabrosa sobre la máxima expresión de violencia contra las mujeres: el Feminicidio. En lo que va del año en Colombia se tiene cuenta de 410 y en Bogotá ya registramos 38. Sin embargo preocupan los subregistros de asesinatos de mujeres que no son catalogados como feminicidios y por los que los victimarios salen favorecidos ante la justicia.
Los feminicidios en Colombia. 39.9% fueron perpetrados por las parejas de las víctimas y el 21,6% por sus exparejas, en un círculo vicioso que no se detiene y que urge la atención y el trabajo articulado de todas las entidades e instituciones que se puedan involucra para la protección de las mujeres.
El Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá (OMEG), en la capital registra que 1,2 de cada 100.000 mujeres fueron asesinadas. Y las localidades de Usme y Ciudad Bolívar son en donde más casos se registraron, con más de ocho casos de homicidios de mujeres, seguidas por Kennedy, Rafael Uribe y Los Mártires.
Como si fuera poco, de acuerdo con el observatorio, en el 2022 existen 1.837 casos en riesgo de feminicidio, 620 considerados como en riesgo extremo. La Secretaría Distrital de la Mujer, por su parte indica que ha valorado este año a más de 265 mujeres en peligro de ser víctimas de feminicidio, la mayoría de ellas en riesgo extremo o grave, otras en riesgo moderado y una más en riesgo variable. En resumen, todas en peligro de perder su vida en algún momento.
Se identificó además en este balance que el grado de riesgo de las víctimas, es proporcional a su grado de escolaridad, entre menor grado de educación, mayor vulnerabilidad; lo que representa un llamado de atención al gobierno Distrital para priorizar, atender y dar cobertura y acompañamiento a las necesidades de mujeres vulnerables en puntos que ya están identificados.
La violencia contra las mujeres se ha recrudecido con la pandemia, con el desmejoramiento de las condiciones sociales, con la falta de acción de las autoridades o con la impunidad que reina en los juzgados. Casos en los que en ocasiones el proceso demora tanto que la víctima que denuncia, termina perdiendo la vida, o cuando por dilaciones, aplazamiento de audiencias y otros trámites, resultan en que el agresor termine libre por vencimiento de términos y en últimas porque en su gran mayoría los procesos no avanzan, no dan resultados justos, no hay condenas; y, las mujeres que son violentadas pierden la confianza en la justicia y no denuncian.
¿Qué estamos esperando para actuar? Nos queremos vivas, libres y sin miedo.