Nuestra ciudad no debe ser ajena a esta iniciativa mundial, pues estos ecosistemas juegan un papel determinante en la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático, debido a que reducen los impactos de eventos meteorológicos extremos tales como sequías e inundaciones. Es importante recordar que los humedales urbanos, donde se incluye a los bogotanos, funcionan como esponjas que controlan las inundaciones al almacenar el exceso de agua en periodos de lluvia y en época seca liberan el agua almacenada.
Otros servicios ecosistémicos que nos brindan los humedales son la regulación de los microclimas locales, la retención de contaminantes del agua, captura de carbono, control de la erosión, la oferta de hábitats principalmente para aves migratorias acuáticas y terrestres, además de alojar un gran número de especies de flora. Adicionalmente son espacios que nos ofrecen la posibilidad de desarrollar actividades de recreación pasiva, investigación y educación ambiental.
Todavía no somos conscientes de los daños que les hemos ocasionado, pues en los últimos setenta años, la ciudad ha perdido cerca de 49.000 hectáreas de humedal, a causa de diversos procesos que incluyen procesos de urbanización no planificada hacia el occidente, desecación y relleno con residuos sólidos y escombros, vertimiento de aguas residuales, pastoreo de animales, que entre otros, los han llevado a ocupar tan solo 725,01 hectáreas y únicamente 15 han sido declarados como Parques Ecológicos Distritales de Humedal, dejando por fuera a otras zonas inundables de relevancia ecológica para los habitantes de Bogotá.
Es prioritario que nosotros conozcamos, respetemos y cuidemos estos espacios naturales que son fundamentales para garantizar el bienestar de todos. Los instamos a solicitar acciones de conservación y mantenimiento por parte de la Administración Distrital, ya que son los últimos espacios naturales que aún nos quedan como refugio para la fauna y flora local.