La violencia no tiene, raza, color, edad ni condición social
Dos mujeres habitantes de calle golpeadas brutalmente y sometidas a una sala de cuidados intensivos por el grave estado de salud en el que quedaron me hacen recordar al monstruo de Monserrate.
La violencia no tiene raza, color, edad ni clase social, y las mujeres de Kennedy y San Bernardo atacadas con sevicia 1l 17 de septiembre en Kennedy y el 2 de octubre en San Bernardo muestran hasta qué punto hay unas poblaciones más vulnerables, como las mujeres habitantes de calle.
Lo triste, además de saber que la gravedad de las lesiones que les causaron les dejará secuelas neurológicas irremediables, es que estamos expuestos a que la historia se repita porque ni siquiera conocemos las cifras sobre la magnitud del problema.
El Instituto de Medicina Legal tiene en sus estadísticas de violencia interpersonal 26 agresiones contra mujeres habitantes de calle ocurridas entre enero y agosto de este año, pero claramente hay un subregistro porque ya sabemos que allí solo llegan los casos que están en un proceso judicial.
Aydé Valencia Quiñones, de 46 años, lleva 15 días en el hospital de Kennedy, después de la terrible golpiza que recibió en el parque Cayetano Cañizales. Le han practicado tres cirugías y ya despertó, con un pronóstico neurológico reservado. Sus hijas, con razón, están preocupadas porque no saben cómo podrán cuidarla.
Esta es una evidencia de lo grave que es no contar con una política pública que nos permita atender estos casos. Aunque el ideal es prevenirlos, cuando desgraciadamente ocurren es fundamental poner todos los instrumentos del Estado al servicio de las familias y de las mujeres.
No basta con brindar ayuda psicológica a la familia. Necesitamos atención real para las víctimas.
De la mujer atacada en el barrio San Bernardo poco sabemos, excepto que las lesiones causadas en el rostro y la cabeza son de extrema gravedad, tanto que la llevaron a cuidados intensivos del Hospital Santa Clara.
La ciudad no puede permanecer indiferente a los ataques a mujeres habitantes de calle. No sabemos cuántas son, pero la administración estima que pueden representar el 10 u 11 por ciento de la población habitante de calle, quiere decir que estamos hablando de unas mil.
Ellas tienen igual derecho a la dignidad y a una vida libre de violencia y su condición exige más fuerza de parte del estado para protegerlas.