En consecuencia, inferimos como válido, el que Lucho Garzón haya sido llamado a ocupar el Ministerio del Trabajo en el gobierno del presidente Santos y que él lo haya aceptado, aunque poco sabemos sobre el tenor del acuerdo que subyace a este hecho político y a qué “colectivos políticos” compromete.
Soy un defensor documentado y convencido de la Bogotá sin indiferencia, liderada por Lucho Garzón, llegado a la Alcaldía Mayor de Bogotá, gracias a sus amigos, a su propia historia en la lucha sindical y a una confluencia y apoyo de sectores populares, políticos y del Polo, por entonces el PDI.
El itinerario de Lucho y nuestras expectativas, las de la izquierda colombiana, nos llevan a indagar sobre la gestión e incidencia del Ministro Garzón, en políticas públicas que hayan generado avances para los trabajadores en Colombia. Lucho, por su trayectoria, conoce las necesidades de los trabajadores, tanto o mejor que la actual dirigencia sindical que sigue esperando respuestas del ministro sobre el Estatuto del trabajo, por ejemplo.
Aunque el ministro Garzón solía ser locuaz sobre los problemas sociales, salariales y prestacionales de los trabajadores, hoy luce evasivo sobre estos asuntos. Silencio que contrasta con el gran ruido que acompaña, desde su despacho, el censo sindical. Bueno es cuantificar a los trabajadores quienes a pesar de las dificultades se han organizado para defender sus derechos. Mejor sería empezar, por ejemplo, devolviéndoles las horas extras nocturnas y el recargo dominical y de días feriados, que les fueron arrebatadas y demostrar que las políticas públicas de izquierda tienen cabida en las alianzas con algunos de los sectores políticos que hoy participan en el gobierno nacional.
Las actuales negociaciones sobre el salario mínimo, son otra oportunidad para que el ministro demuestre su talante y logre evitar la tradicional encerrona que empresarios y gobierno hacen a los trabajadores. Este año, por ejemplo, el aumento salarial, por decreto, fue del 4.6%, mientras la inflación galopa en el 6.11%, significa que no hubo aumento salarial sino pérdida real del poder adquisitivo; de allí la importancia del acompañamiento y respaldo del ministro Lucho a la propuesta de las centrales obreras.
Expreso mi confianza en que Lucho Garzón, superará su gestión difusa y demostrará que en épocas de construcción de paz, los cuadros de la izquierda y de la democracia, pueden liderar temas y políticas públicas para adaptar el país a las necesidades del pos-acuerdo y el pos-conflicto. Sólo este tipo de acciones decididas justifican la presencia de un hombre de izquierda en el gabinete ministerial del presidente Santos.