Mercado chino
La invasión de productos chinos en el comercio de Bogotá, que está cobrando cada día más fuerza, amerita una intervención urgente del gobierno y las autoridades nacionales.
Los productos a muy bajo costo, que le hacen competencia a los nacionales, y que vemos en locales y en la misma calle, son solo la manifestación externa de un mal más grave y delicado: la falta de control al contrabando y la inexistencia de reglas para una competencia sana.
De unas reglas en las que a los extranjeros se les exija el cumplimiento de las normas laborales y el pago de impuestos, para solo mencionar dos de los temas clave en este asunto.
La competencia no sana comienza por el aprovechamiento que se está haciendo de extranjeros como los venezolanos a quienes se contrata por menos de un salario mínimo y ahí están obteniendo mano de obra barata que atenta contra la formalidad laboral y el trabajo digno.
Y están muchos vendedores ambulantes que obtienen más rentabilidad vendiendo en la calle productos chinos, legales o de contrabando, sin someterse a reglas y obligaciones y ocupando ilegalmente el espacio público.
El problema entonces, no es solo que los comerciantes nacionales, en el caso de Bogotá los de San Victorino, se sientan asfixiados porque no pueden competir con los precios bajos de los productos chinos.
El tema es que los mismos propietarios de predios y locales colombianos están auspiciando el comercio chino. Y lo hacen cuando les arriendan a dos y tres veces más el costo de un local, porque les están pagando esos valores y les anticipan uno y dos años de renta.
Y no solo hablo del arriendo para locales comerciales, también se ha conocido el fenómeno de personas viviendo en hacinamiento: 15 personas en 76 metros cuadrados. Y les arriendan porque pagan el costo.
El problema requiere de una intervención de fondo que pasa por el control al contrabando, pero también acciones que garanticen que a los comerciantes colombianos no se les somete a precios de monopolio para fabricar sus productos, porque con altos costos no pueden competir.
Ahí hay monopolios que el gobierno nacional debe poner en cintura. Y normas laborales y tributarias que se están evadiendo por la falta de autoridad y de control.