En medio del tercer pico de la pandemia por el Covid-19, una de las medidas que retornó a Bogotá fue la suspensión de las clases presenciales en jardines infantiles, colegios y universidades públicas hasta el 9 de mayo. Una medida que afecta la educación de calidad de miles de estudiantes que por más de un año han sufrido por la falta de conectividad, de implementos digitales para sus labores académicas, de suministro de alimentación y de acompañamiento permanente de tutores.
En Bogotá, ya el 93% de los colegios públicos tiene el visto bueno para su reapertura y un 97% de las instituciones educativas oficiales ya habían radicado información sobre los protocolos de bioseguridad que prepararon para recibir a los estudiantes. Es decir, que en la ciudad tenemos un total de 179 colegios oficiales que estaban realizando actividades académicas presenciales y que deberían retomarlas sin excusa el próximo 10 de mayo.
Es importante señalar que, si bien actualmente enfrentamos un aumento de los casos por la tercera ola, de acuerdo con los expertos, los menores de 10 años han representado de manera constante alrededor del 3% de todas las infecciones y menos del 0,2 por ciento de todas las muertes confirmadas. Con ello no se quiere decir, que no sea importante prestarles atención a los contagios por COVID-19 en la infancia, pero si demuestra que la población infantil es la menos afectada. y con el tiempo que han tenido los colegios del distrito para preparar estrictos y amplios protocolos de bioseguridad nuestros niños estarán más protegidos y gozarán de educación con calidad.
Voces a favor de la presencialidad por la educación y la salud mental
La UNICEF ha señalado que la educación presencial no parece ser el principal promotor de los incrementos de los contagios por COVID-19. Por lo que afirma, que el riesgo de contagio en casa es mayor, al de las aulas de clase. Es decir, los estudiantes corren más en riesgo de contagiarse en sus hogares, pero lo que más preocupa es el impacto que se genera con el aislamiento prologado en su salud mental, con el riesgo de desarrollar: trastorno por estrés agudo, trastorno por estrés postraumático, trastorno adaptivo, depresión y ansiedad. Como lo indica un estudio realizado por El Instituto Colombiano de Neurociencias, en el que el 88% de los niños presentaron dichas afectaciones.
De manera similar, se refirió al tema la ONG Save the Children, que alertó por las consecuencias del confinamiento extendido para los niños, en especial para los de escasos recursos, pues la situación les hace más difícil el seguimiento y la permanencia en clases y genera mayor estrés. Sin contar con aquellos que también ven afectada su salud física por no recibir a tiempo y con la misma frecuencia, los servicios de alimentación escolar que tenían garantizada regularmente en sus colegios y jardines.
De otra parte, un estudio realizado por el Banco Mundial advierte que si en Colombia se continua con la educación a distancia, la perdida de aprendizaje en los menores se duplicará, los estudiantes terminaran aprendiendo la mitad de lo que aprenderían en un año escolar normal y haciendo énfasis en que la reapertura total de las escuelas es clave para reducir significativamente el perjuicio en el aprendizaje en los estudiantes. Un hecho en el que coincide también el Fondo Monetario Internacional que manifiesta que la perdida de aprendizaje deriva en que los ingresos económicos a futuro, de los estudiantes que actualmente tienen entre 10 y 19 años puedan ser en promedio un 4% más bajo a lo largo de su vida si no compensan los días de clases perdidos en el año escolar.
Todavía más preocupante es el indicador sobre la violencia intrafamiliar que indica que en promedio un 30% de las víctimas de violencia intrafamiliar son menores de edad, y con la imposibilidad de retornar a clases presenciales, muchos niños y adolescentes se encuentran en un alto riesgo de ser víctimas de violencia en sus hogares, pues en alrededor de un 80% de los casos los menores conviven con su victimario.
Todo lo anterior, al parecer no ha entrado en la consideración de la Administración Distrital que se empeña en extender el modelo virtual de educación, y mucho menos es tenido en cuenta en la agenda de FECODE que considera riesgo de contagio estar en un aula de clase con 15 0 20 niños bajo protocolos, pero no en multitudinarias manifestaciones de 8 días seguidos donde a muchos de sus voceros hemos visto sin tapabocas gritando arengas con propuestas de no volver a la educación presencial, desconociendo que los niños y niñas de escasos recursos inscritos en los colegios oficiales son los más afectados pues, por ejemplo, la disponibilidad de computadores o de tabletas para el acceso a clases y actividades virtuales es más bajo en la población de estratos 1 y 2, el porcentaje de acceso a estos dispositivos es solo del 70% en estratos 1 y 2, y de 87% en estrato 3 y que las brechas en la equidad, que debería interesarles, se amplió durante todo este año para sus estudiantes de los estratos más bajos.
Es evidente la urgencia manifiesta para que los niños y jóvenes regresen a clases de manera presencial y por ello es importante que las medidas tomadas por las autoridades para enfrentar la pandemia también estén enfocadas a evitar que se profundicen más las brechas en la educación y en garantizar el bienestar y la permanencia de los estudiantes más vulnerables en los colegios de Bogotá.
Concejal de Bogotá