Razones para ir a las urnas a votar el plebiscito
Ahora que se firmó el Acuerdo de Paz entre el gobierno y la guerrilla de las Farc, que implica que el grupo armado se incorpore a la vida política del país, nos enfrentamos a un plebiscito en el que los colombianos decidiremos la ratificación de ese pacto.
Después de 52 años de conflicto, con más de 267.000 muertos y 2'997.084 personas reportadas como víctimas de esta guerrilla, el domingo 2 de octubre los colombianos diremos sí o no a los acuerdos.
Respeto el derecho de las personas que han decidido votar no. Yo diré sí a la refrendación porque, como lo he manifestado en distintos escenarios, prefiero a los hombres de las Farc haciendo política, que secuestrando o desplazando colombianos.
Es necesario que todos estemos atentos a que de verdad haya justicia, verdad y reparación para que la consolidación de una paz con equidad se haga realidad. Hay unas 16.000 personas vinculadas a las Farc que aparecen en expedientes judiciales y esperamos que el Tribunal Especial para la Paz decida su responsabilidad sobre los crímenes cometidos.
Hay insumos para que la firma de los acuerdos no implique impunidad. Por ejemplo, la Comisión de Memoria Histórica, ha consignado en sus informes que de los 220.000 muertos que dejó el conflicto armado en el país entre 1958 y 2012, más de 180.000 eran civiles no combatientes. Sus familias, víctimas de la guerra, merecen justicia.
Mientras los acuerdos se llevan a la práctica en este tema de justicia y en otros campos, el primer paso tenemos que darlo el 2 de octubre en el plebiscito. La votación ciudadana en las urnas no solo legitima los pactos logrados en La Habana, sino que se convierten en un instrumento para reclamar del Gobierno y de las Farc el cumplimiento de lo acordado.
Como dijo en el acto de firma del acuerdo en Cartagena el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, "ya no hay espacio para una política basada en la violencia" y lo que sigue es que las partes "sigan fuertemente comprometidos con el cumplimiento de los acuerdos".
Los colombianos debemos velar porque eso pase. La primera fase que esperamos se cumpla es la dejación de las armas. Esta guerrilla, que llegó a tener en sus filas 20.766 hombres, según las cifras oficiales, y que hoy al cierre del conflicto armado tiene 6.700 hombres y unos 6.000 milicianos, será a partir de ahora parte de la vida política.
Tardaremos mucho tiempo en evaluar los costos de un conflicto de medio siglo que llenó el país de desplazados, huérfanos, viudas y marginalidad.
Pero los daños de la guerra son mayores y la paz con todas sus dificultades y deficiencias nos permitirá con el paso del tiempo dejar un mejor país a las nuevas generaciones que un día leerán que a partir de este 26 de septiembre del 2016 tienen la posibilidad de vivir en una sociedad más justa y en paz.
Esperamos que la firma del Acuerdo de Paz que se concretó el 26 de septiembre en Cartagena sea el punto de partida para atender a los millones de colombianos perdidos en las zonas marginadas del país, abandonados de todo e ignorados eternos.
Insisto, le digo sí al acuerdo de Paz y sí a la refrendación porque los prefiero en el accionar político y no secuestrando y sembrando de luto el país.
El perdón no cambia el pasado, pero cambia el futuro. Es la hora de la fiesta de la paz, hay que acompañar el fin del conflicto. El mundo entero hoy fija sus ojos en nuestro país con la esperanza de concretar la paz y ser un pueblo ejemplo para el mundo con el acuerdo que pone fin al conflicto.