El pasado mes de mayo la alcaldesa Claudia López y su equipo radicaron ante la CAR la propuesta de POT para la ciudad denominada “Plan de Ordenamiento Territorial: el renacer de Bogotá 2022-2035”, logró en “tiempo record” la concertación con la CAR y posteriormente el 12 de julio lo radicó ante el CTPD que en los próximos días dará su concepto, antes de que llegue al Concejo a su debate, ahora es cuando la evaluación que podamos dar de este plan cobra vital importancia.
Son varias las implicaciones que existen al revisar la información, sumado a lo que se ha divulgado en los debates de control político y las declaraciones de la Secretaría de Planeación, surge la preocupación sobre la propuesta que en general, parece ser vista con buenos ojos por los ambientalistas que se oponían a todo lo que aparecía en la versión presentada en 2019 y ante cualquier planteamiento ambiental y de ocupación del suelo que proponía; sin embargo, es preciso evidenciar que muchos de esos que se contraponían, ahora son contratistas de las diferentes entidades y secretarías en este gobierno cuidador.
También, es necesario hacer mención a la intención expuesta en el POT que deja en evidencia una propuesta que habla de reverdecer Bogotá, pero a costa de urbanizar la Sabana, como se propone en lo que tiene que ver con tratamientos urbanísticos, así como en la clasificación del suelo urbano y de expansión.
En primer lugar, se descarta completamente la posibilidad de urbanizar el borde norte dentro de lo que hoy es la UPR Norte, en segundo lugar, se modificó el proyecto denominado Ciudad Río a Borde Río, donde no se son claras sus condiciones ni su articulación al POT y aunque se establecen zonas de desarrollo principalmente en el suroccidente y occidente alrededor del río, no se precisa si estas van a desarrollarse y más teniendo en cuenta las condiciones de las zonas de inundación que se plantea en este POT.
En tercer lugar, queda en veremos Lagos de Torca y con la situación de la Avenida Boyacá, es incierto que se avance con esta zona acorde a las necesidades de vivienda en los tiempos establecidos; en cuarto lugar el hoy denominado “Reverdeciendo el sur”, antes “Lagos de Tunjuelo”, que en las participaciones de POT la comunidad vecina manifestó su desaprobación y ahora los jueces están pendientes de tomar decisiones para frenarlo, como ya ha pasado en hechos recientes en la ciudad- Un quinto punto que inquieta, es la renovación urbana que este POT está planteando, no es esperanzadora ni para los constructores que juegan un papel determinante debido a que la normativa planteada lleva a que no den cierre financiero los proyectos, ni a pequeños ni a grandes constructores, en este tema la comunidad ha manifestado su férrea oposición a lo que este gobierno “participativo” plantea en términos normativos de la renovación urbana.
Además de lo anterior, Planeación evidencia que con esta propuesta POT de vivienda potencial por mercado se pueden generar en los siguientes 12 años 589.183 unidades nuevas en donde el rol de la renovación urbana es fundamental, pues de ese total, este tratamiento es el encargado de habilitar 347.148 unidades correspondiente al 58.9%. Es decir, que este POT “reverdecedor” generará en la ciudad una cifra de vivienda muy por debajo de las más de 1 millón requeridas para nuevos hogares o para hogares con déficit cuantitativo. Esto es sumamente delicado, ya que mientras se habla de un reverdecimiento, el rol de la estructura ecológica principal como eje ordenador del territorio y una “revitalización”, termina siendo el mismo tratamiento de renovación urbana disfrazado para no perder créditos políticos y llevan a que la Sabana y sus suelos agrícolas y fértiles sean urbanizados, soportados en el proyecto de trenes ligeros con capacidad para 13.000 p/h/s (pasajeros hora sentido) condenando a los bogotanos a vivir lejos de sus trabajos y a recorrer largas distancias, perjudicando su calidad de vida.
Dicho esto, aunque la secretaría de Planeación, María Mercedes Jaramillo, insiste en que no se está expulsando a los bogotanos a la Sabana, vale la pena resaltar que ante la falta de suelo habilitado dentro de la ciudad, así como una renovación urbana que tanto constructores grandes, medianos y pequeños, sumado a la falta de apoyo a proyectos dejados en la pasada administración, resulta en que estas zonas a las afueras, se sigan urbanizando al volumen que viene ya que entre 2005 y 2016, donde los municipios crecieron 19.494 hectáreas, mientras que Bogotá creció 2.637, entonces ¿dónde queda en evidencia que esta tendencia no se revertirá en este nuevo POT? Los bogotanos seguirán forzados a adquirir vivienda social fuera de Bogotá y la alcaldesa sacará réditos por su “POT reverdecedor”, mientras la huella urbana crecerá en la Sabana y los ciudadanos no lograrán vivir en la ciudad de 15 minutos tan prometida por los próximos 12 años.
Concejal de Bogotá
