Salud mental en tiempos de pandemia

10 de agosto de 2020

El reto de vivir en aislamiento, los cambios en la vida cotidiana, la pérdida del trabajo, las dificultades financieras y el dolor de perder a los seres queridos tienen el potencial de afectar la salud mental y el bienestar de todos. Una epidemia de gran magnitud implica una perturbación psicosocial que puede exceder la capacidad de afrontamiento de la población.

Psicólogos y otros expertos en EE.UU ya han anticipado un incremento en las tasas de depresión y ansiedad en tanto la población enfrenta retos emocionales relacionados con el desempleo, el aislamiento, el confinamiento y la enfermedad. Muchas personas están manifestando ansiedad sobre el hecho de contagiarse, que un familiar se contagie, la pérdida de trabajo y la incertidumbre sobre lo que depara el futuro. También hay preocupación de los profesionales en torno al suicidio[1].

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que es probable un aumento a largo plazo del número y la severidad de los problemas de salud mental, sin embargo las necesidades de la población no siempre son atendidas por falta de inversión y prevención en esta materia desde antes de la llegada de la pandemia[2]. Aunque no se le presta la atención que debiera, la salud mental es una parte fundamental de la salud y el bienestar ya que afecta la forma en que los sujetos piensan, sienten y se comportan, también incide en la manera en que afrontan el estrés cotidiano, se relacionan con otros y en la toma de decisiones[3].

Pero no es lo mismo sentirse ansioso o decaído que sufrir de ansiedad o depresión. Los problemas o alteraciones mentales afectan la forma en que la persona piensa, se siente, se comporta y se relaciona con los demás, pero sus manifestaciones no son suficientes para que se incluyan dentro de algún trastorno específico; estos problemas se consideran más comunes, menos severos y menos persistentes en el tiempo, además no provocan un deterioro significativo en la vida social, laboral o en otras áreas de la vida cotidiana. Sin embargo, sí son objeto de atención clínica dado que pueden derivar en trastornos mentales[4].

Para el caso concreto de Bogotá, la Veeduría Distrital advirtió, conforme a una encuesta, que el 52% de los habitantes de la ciudad se ha sentido angustiado durante la cuarentena y el 59% reporta alto nivel de ansiedad. Particularmente el 32% de los participantes expresó sentirse un poco más ansioso o nervioso que antes del inicio de la cuarantena, mientras que el 27% manifestó sentirse mucho más nervioso o ansioso[5].

Por otra parte, el 32% refirió sentirse un poco más decaído o deprimido y el 21% mucho más decaído o deprimido que antes. El 23% reportó sentir un poco menos de placer al hacer las cosas que antes y el 28% tener más problemas para dormir que antes del confinamiento.

Frente a la pregunta de los factores que más preocupan a los ciudadanos durante la pandemia, el 84% afirmó estar preocupado por contraer el virus o que alguno de sus familiares lo contraiga, mientras que para el 70% morir a causa del virus es otra preocupación constante. Le sigue la incertidumbre sobre el desarrollo de la pandemia con el 65% y la situación social y económica de la ciudad luego de superada la emergencia con el 64%.

¿Cómo se está brindando atención en salud mental actualmente a los capitalinos? La estrategia de promoción de salud mental y prevención de trastornos mentales durante la pandemia, a cargo de la Secretaría de Salud (SDS), se ha centrado en tres acciones:

i)Seguimiento a eventos priorizados en salud mental (violencia intrafamiliar, maltrato infantil y violencia sexual; conducta suicida; lesiones de causa externa priorizadas; y consumo y abuso de sustancias psicoactivas) con su respectiva intervención psicosocial y activación de rutas.

ii)Apoyo psicológico inicial en casos de duelo asociados a COVID-19 por hospitalizaciones en UCI, por aislamiento preventivo obligatorio de adultos mayores y duelo por fallecimiento a causa de la enfermedad.

iii)Intervenciones a través de medios de comunicación para orientar sobre el impacto en la salud mental y recomendaciones para su protección.

En ese sentido, el concejal Armando Gutiérrez González aseguró que "el mayor reto en materia de política pública en salud mental para la Administración de la alcaldesa Claudia López es estudiar y comprender la necesidad de todos los sectores poblacionales garantizando que el apoyo psicológico esté disponible como parte de los servicios esenciales, particularmente para la población más vulnerable".

Ello se logra ampliando los recursos humanos y canales de atención a la ciudadanía -presenciales y no presenciales- en un corto tiempo con el fin de dar abasto a la demanda creciente, como son las líneas telefónicas y los canales virtuales, éstos últimos por ejemplo no estarían llegando a un 25% de la población que no cuenta con Internet (de acuerdo a cifras del DANE a 2019)". Y, aunque la población sigue utilizando más las líneas telefónicas, hace falta mayor difusión de las mismas, como es la línea 106 en salud mental para niños, niñas, adolescentes y adultos.

No sólo basta con ampliar el talento humano en salud mental sino además, a través de la SDS, fortalecer la capacitación a todo el personal de salud y construir protocolos y guías clínicas para detección temprana e identificar necesidades que requieren atención psicosocial, sectorial y transectorial haciendo la respectiva remisión ya sea a servicios sociales o a servicios de salud.

Instó también a la Administración a que se continúe con acciones de salud pública para educar y empoderar a individuos y comunidades para que tengan mayor control sobre su propia salud mediante intervenciones que generen cambios en el actuar de los ciudadanos en cuanto a la responsabilidad de su salud física y mental (comportamientos sexuales, actividad física, alimentación, consumo de drogas lícitas e ilícitas, entre otros). En época de pandemia se debe persistir en las medidas de autocuidado (lavado de manos, distanciamiento físico y correcto uso de tapabocas).

El cabildante manifestó su preocupación por la población de riesgo y la más vulnerable, que por sus condiciones de vida puede responder más fuertemente al estrés ocasionado por la pandemia y al mismo tiempo tener poco acceso a servicios de salud: quienes corren mayor riesgo de contraer una enfermedad grave por COVID-19 (personas mayores y de cualquier edad con ciertas afecciones médicas subyacentes); niños y adolescentes; cuidadores; trabajadores de primera línea (como proveedores de atención médica y socorristas); aquellos con trastornos mentales; los que usan sustancias o tienen un trastorno por uso de sustancias; quienes perdieron sus trabajos; personas con discapacidad; las que están socialmente aisladas de los demás como las que viven solas y/o en zonas rurales o fronterizas; algunos grupos minoritarios raciales y étnicos, así como habitantes en calle. Se necesitan acciones concretas y con enfoque diferencial.

Además, las personas con afecciones preexistentes de salud mental o trastornos por consumo de sustancias pueden ser particularmente vulnerables en esta emergencia sanitaria. Estas condiciones pueden ser situacionales (a corto plazo) o duraderas (crónicas) por lo que deben continuar con su tratamiento y estar al tanto de los síntomas nuevos o que empeoran.

Las acciones dirigidas al personal médico, personas contagiadas y sus familiares y en general a toda la población deberían contemplar una estrategia de atención a corto plazo y un seguimiento a largo plazo para reducir el riesgo de trastornos asociados como el estrés postraumático. En este tiempo de distanciamiento físico, es crítico buscar apoyo social y conexión con otros, así como conocer los signos de ansiedad, depresión e ideación y conducta suicida para identificar el riesgo y contactar ayuda profesional[6].

SIGNOS DE ANSIEDAD

•Preocupación persistente o sentirse abrumado por las emociones.
•Preocupación excesiva por una serie de inquietudes como porblemas de salud o de finanzas y una sensación general de que algo malo va a suceder.
•Inquietud e irritabilidad.
•Dificultad para concentrarse, problemas para dormir y generalmente sentirse nervioso.
SIGNOS DE DEPRESIÓN

•Falta de interés y placer en las actividades diarias.
•Pérdida o ganancia de peso significativa.
•Insomnio o sueño excesivo.
•Falta de energía o incapacidad para concentrarse.
•Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
•Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO

•Hablar de morir o hacerse daño.
•Pérdia reciente por muerte, divorcio, separación, incluso pérdida de interés en amigos, pasatiempos y actividades que antes disfrutaba.
•Cambios en la personalidad como tristeza, abstinencia, irritabilidad o ansiedad.
•Cambios en el comportamiento, patrones de sueño y hábitos alimenticios.
•Comprotamiento errático, daño a sí mismo u otros.
•Baja autoestima, incluidos sentimientos de inutilidad, culpa u odio a sí mismo.
•No hay esperanza para el futuro, creer que las cosas nunca mejorarán o que nada cambiará.


Concejal Armando Gutiérrez González

Partido Liberal

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