Este debate ha reabierto la polémica que suscita la posibilidad del desarrollo de proyectos urbanos en la Zona de Manejo y Preservación Ambiental (ZMPA) del río Bogotá. Con el objeto de aumentar el suelo de expansión y habilitarlo para la construcción, fue expedida la resolución 1060 de 2018, derogada posteriormente por la resolución 1631 de 2018, donde se actualizó el Mapa No. 4 “Amenaza inundación” del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), y se modificaron los niveles de amenaza por inundación en buena parte del borde del río.
Esta decisión que puso sobre la mesa el crecimiento de la ciudad hacia su borde occidental se fundamentó en las obras de adecuación hidráulica efectuadas por la Corporación Autónoma regional de Cundinamarca (CAR), trabajos que consistieron principalmente en el realce de jarillones sobre la margen izquierda del río Bogotá, mediante los cuales se busca disminuir el riesgo de inundación, pero cabe mencionar que no se elimina.
El 3 de diciembre de 2020, la Secretaría Distrital de Planeación (SDP) expidió la resolución 1641 que deroga las resoluciones 1060 y 1631 de 2018, debido a que los conceptos técnicos emitidos por el Instituto Distrital para la Gestión del Riesgo y Cambio Climático (IDIGER) para sustentar estas dos resoluciones no contenían los estudios básicos de riesgo, mucho menos de detalle, que son el requisito para la modificación del Mapa No. 4.
Aunque esta decisión tiene repercusión sobre los proyectos que adelanta la administración distrital, entre los que se encuentra el patio taller del Metro ubicado en el predio El Corzo en la localidad de Bosa, además de iniciativas particulares con 11 planes parciales y otros planes que en la actualidad se encuentran en diversas etapas para su aprobación. Se trata de un acto responsable, pues derogó dos resoluciones que podrían poner en riesgo la vida y el patrimonio de los bogotanos que habitan en esta zona. Ahora que debemos actualizar nuevamente este mapa, tenemos la posibilidad de implementar una gestión del riesgo enfocada para que la ciudad logre una verdadera adaptación y mitigación a los efectos del cambio climático.
Nuestros esfuerzos se deben enfocar en devolver su espacio al río Bogotá, el lugar de extender las urbanizaciones hasta su borde, invadiendo su ZMPA y sus llanuras inundables, cabe mencionar que el río es un ecosistema que tiene intercambios de materia y energía constantemente con su entorno, por lo que se desborda e inunda algunas zonas de forma natural. Restaurar el río también nos permite fortalecerlo como un corredor de conectividad distrital y regional, así realmente estaríamos teniendo un impacto positivo en la reducción del riesgo y por lo tanto en la calidad de vida de todos los ciudadanos.
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Gustavo Almanza Alfonso
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