Este lunes, sobre las 6:43 de la mañana en el emblemático Hospital Simón Bolívar, sobre la Carrera 7a con Calle 165, nos dimos cita con el personal del Instituto de Desarrollo Urbano, IDU, y la Secretaría de Movilidad para emprender un viaje a bordo del SITP Zonal T25A, Lijacá – Potosí, por toda la Séptima para comprender la realidad que viven los bogotanos que transitan por esta importante vía, exponiendo a la Administración Distrital lo que deben tener en cuenta para el denominado ‘Corredor Verde’.
Antes de partir, mi equipo y yo, aprovechamos para realizar una rápida consulta a los habitantes y transeúntes de la zona sobre cómo deben acceder al transporte público, la respuesta fue contundente. La mayoría debe tomar varios trasbordos de alimentador y articulado, hablando de TransMilenio, otros habitantes de zonas más alejadas en el entorno de la Séptima, aseguran que deben recurrir a rutas de buses denominadas “pirata” o tomar algún carro para poder llegar desde sus lugares de residencia hasta el punto donde debían tomar un servicio zonal del SITP, que en pocos casos son directos; el resto, debe hacer transbordos a otro zonal o llegar lo más cerca para tomar el servicio troncal de la Décima, la Autopista Norte o la Caracas. El común denominador: No tienen una opción real de transporte seguro, cómodo, rápido y eficiente para llegar a sus trabajos, lugares de estudio o retornar a su vivienda.
Cerca de las 7 de la mañana, inició el viaje. Acompañados del director del IDU Diego Sánchez Fonseca, el gerente del proyecto del Corredor Verde Juan Pablo Caicedo y el Secretario de Movilidad, Nicolás Estupiñán, emprendimos una travesía que muchos enfrentan en su diario vivir. Soy usuaria frecuente del Sistema Integrado de Transporte Público y TransMilenio, precisamente para entender de primera mano un tema que defiendo: la movilidad de los ciudadanos. Hoy luego de meses de cuarentena en donde evité acudir a este tipo de transporte, volví consciente de la problemática que deberán afrontar más de 693 mil habitantes del borde oriental de Bogotá con la eliminación de la Troncal de Transmilenio de la Séptima que será reemplazada por un corredor que promete espacio para bicicletas, peatones y transporte público (quizá no masivo), que en nada se compadece con la realidad de las comunidades más vulnerables que habitan el sector pero que trabajan o estudian en otras localidades y que se enfrentan a extensos recorridos de hasta dos horas por trayecto cada día.
A medida que avanzamos, el director del IDU, mencionaba que ya se estaban finalizando los análisis para presentar el concepto de lo que será el ‘Corredor Verde’ teniendo en cuenta los tramos y las particularidades de cada uno. Por su parte, el secretario de movilidad, Nicolás Estupiñán, junto con su equipo de trabajo, también insistían que era importante ver las particularidades de cada eje, que ellos revisaron el proyecto de la Troncal de TransMilenio que se hizo en la administración de Enrique Peñalosa y evidenciaron que el tramo donde presentaron el bicicarril de la 7a no estaba y era un tramo importante que desde luego iba a estar en el concepto del Corredor Verde, asegurando también que todos los tramos tendrían continuidad y estaban pensados en que tuvieran transporte público. Sin embargo persisten inquietudes sobre el proyecto que no permiten tener tranquilidad sobre lo que deberán esperar, afrontar y padecer los bogotanos alrededor de ese importante corredor vial, con un proyecto nacido de una promesa electoral y que a 9 meses de la gestión de Claudia López no ha mostrado ningún avance, sino el retroceso de un proyecto que si brindaba soluciones de movilidad, sostenibilidad, inclusión como era la Troncal.
A medida que avanzamos, con la afluencia de un poco más de personas subiendo y bajando del bus en el trayecto, entendemos que hay preguntas que aún no pueden ser respondidas, como por qué la idea del Corredor Verde estima utilizar los 2 billones de pesos, que iba a costar la troncal, aun cuando no tiene diseños que contemplen la estructura o valor; y que se ha presentado con una infraestructura menor de lo que se tenía previsto con la obra de TransMilenio.
Nuestro recorrido, finalizó en la Calle 27 sur entre Avenidas Décima y Caracas en el barrio Country Sur, de la localidad Rafael Uribe Uribe a las 8:10 am, un recorrido de 1 hora y media debido al poco tráfico que tiene la ciudad por las condiciones propias de la pandemia, y la restricción de movilidad que se mantiene para la mayoría de sectores productivos en este horario. Sin embargo descubrimos, consultando a los pasajeros del SITP en el que viajamos cuál era su realidad, a lo que contestaron que un viaje como al que nos invitó la Administración a través de estas entidades, no sería posible en condiciones normales en la ciudad a esa hora.
Descendemos de nuestro recorrido, reafirmando nuestra posición sobre la necesidad de la Troncal para brindar una movilidad integral a cientos de miles de ciudadanos, lamentando que todo el tiempo, esfuerzo y dinero que se invirtió para ese fin con el proyecto de TransMilenio por la Séptima, ahora se idealice en beneficio de unos cuantos residentes con vehículo particular que disfrutaran de Ciclovía propia. Además de que la ciudad deberá esperar a que el IDU, hasta el próximo año, comience a diseñar lo que podrían ser los diseños de ingeniería para dicho corredor, cuando en verdad, Bogotá debería estar atravesando el inicio de la construcción de una Troncal. Sigue sin convencer la idea del ‘Corredor Verde’.
Concejal de Bogotá
