La ideología de género capturó la educación y, con ella, a las instituciones confesionales. Sí, la misma ideología que nos movilizó a cientos de miles de padres de familia, profesores y directivos de colegios evangélicos y católicos, el 10 de agosto de 2016, contra las cartillas de la exministra Gina Parody, sigue amenazando el derecho de los padres de familia a educar a sus hijos en delicados terrenos como la sexualidad. Es el caso que he investigado del Colegio Claretiano de Bosa, donde se han presentado hechos como:
En 2017 un grupo de estudiantes de 11 y 12 años, de 7 grado de este plantel educativo, clasificado como “ICFES muy superior”, fueron convocados a un taller en el que les enseñaron el dañino concepto de la “autoexploración”, del que se desprende, por ejemplo, la masturbación. Algunos de los niños se quejaron con sus padres, quienes con razón se alarmaron frente a una “educación sexual” que va en contravía de sus convicciones.
Este año el Manual de Convivencia del Claretiano expone en su sección “Derechos y deberes sexuales y reproductivos de la comunidad de aprendizaje claretiana”, que los estudiantes “tienen derecho a ejercer una sexualidad recreativa, comunicativa y reproductiva, según sea su elección”, así como “a elegir libremente al compañero (a) sexual”.
Ni siquiera el Estado les da a los niños y niñas vía libre para que conduzcan carro, y en cambio sí lo hace con la dimensión más íntima e integral de la persona, que requiere de gradualidad y madurez, como lo es la sexualidad humana… Los padres indignados afirman que: “no enviamos a nuestros hijos al colegio a conseguir compañero sexual, ni para que nos usurpen como sus primeros formadores”.
Y, como si fuera poco, en el Manual de Convivencia se alude a la Ley 1146 de 2007 para justificar por qué no se puede discriminar a la “comunidad LGBTI”, cuando esta norma trata exclusivamente sobre la prevención de la violencia sexual de los niños, niñas y adolescentes. ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro?, ¿confunde y reinarás?
El rector está maniatado por las directrices impuestas por el lobby que infiltró los sistemas judicial, político y educativo del país. Un lobby que ya ha enviado a otros rectores a la cárcel. Por eso muchos de ellos tienen temor, porque los convencen de que así se cumple con la ley, limitando y vulnerando su conciencia, como también su ejercicio profesional. Quiero aclarar que la defensa de la vida, la familia y los valores la compartimos la mayoría del pueblo colombiano, que es católico y evangélico. Entonces, en la práctica, ¿dónde quedan la libertad de conciencia y religiosa o de cultos en Colombia?
Por eso, no me temblará la voz para seguir respaldando a los padres de familia que demandan de la Ministra de Educación, María Victoria Angulo, y del presidente Iván Duque que tomen cartas en el asunto y hagan respetar sus derechos y los de sus hijos.
#ConNuestrosHijosNoSeMetan ¿Queremos una Colombia en paz?, ¿queremos una Colombia con legalidad, emprendimiento y equidad? Empecemos por dar a cada uno lo que le corresponde, en justicia y verdad. ¡No más ideología de género que se esconde detrás de las campañas de “derechos sexuales y reproductivos” en la educación de nuestros niños y jóvenes!
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