Se trata de un tema que está en la agenda pública internacional por ser una de las violaciones de derechos humanos más generalizada en el mundo que afecta a todas las regiones, países y grupos sociales; que puede adoptar múltiples formas y darse en esferas diversas (familias, comunidades y Estados); y que ocasiona consecuencias para la salud física y mental a largo plazo, incluso en muchos casos la muerte.[1]
La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de 1993 en su artículo 1 define la violencia contra las mujeres como: Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como la amenaza de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada[2].
“No he ido a Medicina Legal porque no tengo quién me reemplace… Estoy desesperada… Los amigos le cuentan cuando yo salgo… El domingo salí y lo llamaron… Llamó a mi mamá y lo dijo en sano juicio que me va a matar… Que prefiere verme muerta, a mi hijo en el Bienestar y a él en una cárcel antes que verme con otro hombre… (Llamada 563 a la línea Púrpura Distrital).
De acuerdo a la Secretaría de la Mujer, este fenómeno puede afectar a cualquier mujer sin excepción a lo largo de su vida desde la infancia hasta la vejez, y puede cruzarse con otros factores de vulneración como el estrato socioeconómico, el tipo de trabajo u ocupación, la orientación sexual, el origen rural o urbano, entre otros[3].
Por primera vez en el 2008 se registro de forma explícita en la legislación colombiana la identificación de la violencia contra las mujeres -por el hecho de ser mujeres- en la Ley 1257 por medio de la cual “se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres”, problemática que no sólo se constituye en una violación a sus derechos humanos sino que además es una expresión de la valoración social de las mujeres como carentes de libertad y autonomía para decidir sobre sus vidas.
Quizá la modalidad de violencia contra la mujer más común en el país es la violencia intrafamiliar, consagrada en el artículo 229 del Código Penal. Consiste en todo daño o maltrato físico, psíquico o sexual producido entre miembros de una familia (cónyuge o compañero permanente, padre o madre), aunque no convivan bajo el mismo techo y en general todas las personas que se hallen integrados a la unidad doméstica.
El homicidio de la mujer (feminicidio) se incluyó en el código penal desde el año 2008 mediante la misma Ley 1257, que reformó los Código Penal y de Procedimiento Penal y se implementó una política integral para garantizar a todas las niñas y mujeres una vida libre de violencia mediante medidas tendientes a respetar y garantizar derechos así como en el establecimiento de procedimientos judiciales y administrativos para la atención a las mujeres.
Finalmente, se logró la tipificación del feminicidio bajo la ley 1561 de 2015 considerándolo un delito autónomo y no un agravante de la conducta típica de homicidio[4].
De manera que estos logros normativos en materia de violencia contra la mujer incluyendo el feminicidio han sido avances para la garantía de sus derechos y han permitido que en el Distrito se cuente con estrategias interinstitucionales para brindar atención médica, psicológica, jurídica y el acompañamiento institucional liderado por la Secretaría Distrital de la Mujer. Sin embargo, los tiempos de respuesta no son siempre oportunos por lo cual se deben adoptar medidas para garantizar la protección a las mujeres, especialmente cuando ya hay denuncias de base.
Retomamos además algunas pautas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que invitan a generar una transformación a nivel individual en nuestra forma de pensar, actuar y sentir que día a día puede generar cambios pequeños, progresivos y un efecto dominó que beneficie a todas las personas (hombres y mujeres), dado que esta problemática tiene un componente cultural y social bastante importante[5].
1. Repartir por igual las tareas domésticas.
2. Rechazar y denunciar cualquier comportamiento inadecuado y sexista.
3. Utilizar un lenguaje inclusivo en cuanto al género.
4. Enseñar a las niñas desde temprano lo valiosas que.
5. Desafiar los estándares de belleza.
6. Respetar las decisiones de las demás personas.
H.C Armando Gutiérrez González
[1] ONU Mujeres (2018). Hacer las promesas realidad: la igualdad de género en la agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Recuperado de https://www.unwomen.org/-/media/headquarters/attachments/sections/library/publications/2018/sdg-report-gender-equality-in-the-2030-agenda-for-sustainable-development-2018-es.pdf?la=es&vs=834
[2] Ramírez, D. (2015). Guía normativa sobre la violencia basada en género en Colombia. Recuperado de https://repository.upb.edu.co/bitstream/handle/20.500.11912/2660/Trabajo%20de%20Grado%20-%20Ram%c3%adrez_Daniela_2015.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[3] Secretaría Distrital de la Mujer (2019). Sofía en Bogotá. Un aporte para prevenir, atender y sancionar las violencias contra las mujeres. Recuperado de http://violeta.sdmujer.gov.co/site/wp-content/uploads/2019/12/Sofia-en-Bogota.pdf
[4] Estupiñan, S.; Barco, A.; Giraldo, L.; Cardona, M. y Zúñiga, S. (2017). El feminicidio en Colombia. Contexto social y dogmático de la prohibición. Recuperado de file:///C:/Users/dcriveros/Documents/MUJER/El%20feminicidio%20en%20Colombia%20contexto%20social%20y%20dogm%C3%A1tico%20de%20la%20prohibici%C3%B3n.pdf
[5] ONU Mujeres (2020). Doce pequeñas acciones con gran impacto para Generación Igualdad. Recuperado de
