La violencia contra la mujer amerita intervención del Estado

En los dos episodios, los atacantes terminaron suicidándose, lo que dificulta llegar al fondo de las razones que los llevaron a acabar con la vida de sus hijos, en el primer caso, y de su esposa en el segundo, porque no habrá investigaciones debido a que en esas circunstancias no hay manera de hacer comparecer a los victimarios ante la justicia.

Más grave aún es el hecho de que en el caso de los niños asesinados por su propio padre, la madre de los pequeños asegura que ya había advertido sobre el peligro que representaba su expareja para los niños, puesto que presentaba antecedentes de violencia intrafamiliar y problemas psiquiátricos. Y los mató en una de las visitas que le autoriza la ley.

En el caso de la mujer asfixiada por su marido en el barrio Mazurén de suba, Alva Lucía Villamizar de 52 años, no hay información distinta a la que la Policía suele dar en estos casos, que reduce el tema a un asunto pasional.
Por eso debe causarnos estupor el informe Forensis que acaba de entregar el Instituto de Medicina Legal respecto al análisis de la violencia en el país en el 2015. Un tema que debe llamar la atención es que el documento Forensis relaciona 145 casos se asesinatos cometidos por la pareja o expareja de la víctima en Colombia. En 114 el homicida fue un hombre y la víctima una mujer.

Ese es solo un síntoma de la violencia contra las mujeres, en su propio hogar, que evidencia el documento de Medicina Legal en el que Bogotá no queda bien parada, pues tiene las cifras más altas de violencia intrafamiliar y de pareja, y no solo porque sea la ciudad más poblada del país. La tasa de violencia de pareja de la ciudad contra las mujeres es vergonzosa: 267,11 casos por cada 100.000 habitantes frente a 61,21 de los hombres.

En el 2015, Medicina Legal registró oficialmente 9.304 hechos de violencia de pareja contra las mujeres en la capital. La cifra indica que el promedio, solo de los casos conocidos por las autoridades, fue de 25,5 diarios, si tenemos en cuenta los 365 días del año. No hay solo día en el que al menos 25 mujeres sean víctimas de violencia de sus parejas.

Por número de casos, Bogotá encabeza los departamentos y municipios con mayor número de episodios de violencia de pareja con 11.259 registros.

Celebro que el Instituto de Medicina Legal haya profundizado en su informe del 2015 en los factores que desencadenaron los hechos violentos contra las mujeres: el 47,04 por ciento se originó en intolerancia o machismo, y el 37,15 por ciento en desconfianza e infidelidad, en los casos en los que la víctima de la violencia fue una mujer.

He insistido en que la violencia contra las mujeres se ha convertido en una verdadera epidemia que amerita intervención del Estado como un grave caso de salud pública y las cifras lo confirman.

La necesidad de intervención de parte de las autoridades, en sus diferentes instancias, tiene una razón de ser: la mayoría de las mujeres afectadas por la violencia de sus parejas está entre los 29 y los 59 años. En esa franja de edad están clasificados 11.598 casos ocurridos en el país (de un total de 47.245). Otros 7.130 corresponden a edades entre 18 y 29 años, franja en la que las mujeres entran a la actividad productiva y se espera que consoliden su estabilidad laboral.

La tasa de violencia contra la mujer en Bogotá es alta frente a la del país que incluidos hombres y mujeres víctimas es de 119,21. En la capital es de 267,11 mujeres por cada 100.000 atacadas por su pareja. Está por encima del promedio del país.

Este dato resulta vergonzoso en la ciudad con mejores recursos para educación, con más espacios para la inclusión, con mejor calidad de vida del país, con personas más informadas y con unas condiciones más favorables que las del resto del país en términos de calidad de vida.

Por supuesto, es un problema nacional: de los 47.245 casos de violencia de pareja del 2015, 40.943 correspondieron a mujeres víctimas, de las cuales el 62,66 por ciento se concentraron en mujeres entre 20 y 34 años de edad. En el 41,40 por ciento de los episodios la edad de las mujeres agredidas osciló entre los 25 y los 34 años de edad.

Me he concentrado en este aspecto del informe Forensis del 2015, porque es un tema de la mayor gravedad, que está influyendo en el tipo de familias que tenemos en la capital del país, en el tipo de hogares que les estamos brindando a nuestros jóvenes, y en el tipo de sociedad que estamos construyendo.

No puede haber nada distinto a familias desestructuradas, cuando en los hogares predomina la violencia contra la mujer. Los hijos de estas familias viven en medio del conflicto intrafamiliar cotidiano y finalmente terminan repitiendo el modelo y convirtiendo en un círculo vicioso el sistema de hogares cruzados por la violencia.

De verdad, intervenir el fenómeno de la violencia contra la mujer requiere de medidas extremas. Pañitos de agua tibia no son suficientes. Medidas de protección que no se cumplen solo sirven para que el victimario se ría de la justicia y las mujeres enfrenten un constante peligro de ataque e incluso de muerte.