Bogotá tiene prestigio internacional por la calidad de las cirugías estéticas. De todas partes del mundo llegan personas en busca de cumplir sus sueños estéticos o por salud por el reconocimiento que hemos adquirido a nivel internacional.
El problema que se está presentando en la ciudad es que están proliferando los consultorios de garaje, que funcionan con fachadas de salones de belleza o en viviendas, y están fallando los controles de la secretaría de Salud para evitar su funcionamiento.
En los últimos cinco años fueron selladas o sancionadas 230 instituciones por no cumplir los requisitos, y muchos escondieron los sellos y volvieron a operar, sin que la secretaría de Salud se haya dado cuenta.
De las 2.500 quejas que recibe la entidad por fallas en procedimientos, 500 corresponden a cirugías estéticas mal realizadas. Y estos son solo los casos que se denuncian, porque muchos no llegan a conocimiento de las autoridades.
Por eso, sin que haya registros oficiales, en la ciudad están proliferando pacientes, la mayoría mujeres, con quemaduras, próstesis encapsuladas, dolores, infecciones, reintervensiones, reacciones a procedimientos y muertes, por cuenta de estos malos procedimientos. Quiero enfatizar que en esta investigación confirmamos que estos efectos negativos no solo cobijan a las mujeres, sino a muchos hombres que hoy acuden a la cirugía estética, y que no son una minoría.
Con mi equipo de trabajo detectamos, por ejemplo, un caso en San Andresito, donde las cirugías eran practicadas por un supuesto cirujano estético que realmente es abogado y periodista.
En la Fiscalía se han presentado 39 denuncias, de las cuales 25 fueron por lesiones y siete casos por homicidio.
En el recorrido que realicé comprobé que estos sitios de garaje están inyectando productos cosméticos, que están prohibidos por el Invima, que solo autoriza tratamientos para masajes. Y esto está ocurriendo en 19 de las 20 localidades de la ciudad. No es un problema menor. Las fallas más generalizadas son el uso de personal no idóneo para estas prácticas, los procedimientos sin contar con los requisitos, las complicaciones que se presentan durante y después de las cirugías y el uso de productos cosméticos.
Como concejal de Bogotá puedo sostener que en nuestro sistema de salud no existen entidades oficiales para guiar y brindar acompañamiento o asistencia a las personas afectadas por malos procedimientos o productos estéticos, y estas terminan siendo presas fáciles de los bajos costos que ofrecen estos estafadores, con el agravante de que están atentando contra la salud y la vida de los pacientes. No es gratuito que en el 2014 hayan salido mal 1.400 cirugías estéticas. Y en su mayorías estas malas prácticas están en la impunidad.
Lucía Bastidas Ubaté
Concejal de Bogotá
